Es cierto, los tiempos están cambiando. Sin embargo no todo es violencia, agitación y confusión. Ya es hora de que sean noticia los que a diario hacen su genuino aporte para ganar en conciencia y paz interior. Es momento de que los que impregnan sus caminos con vibraciones que invitan a respetarse, aprender de la adversidad, disfrutar y fluir, tengan una mayor visibilidad, de manera que más personas se enteren de que en Olavarría hay gente que hace todo lo posible para vivir en armonía. Hoy es el turno de Nathalie Thimotée y Ariel Dobler, ellos son como dos gotas de agua, refrescantes y cristalinas, en medio de un mundo sediento de esperanza.
Mientras acudíamos caminando a la entrevista, en las cercanías del Parque Mitre observamos un graffiti que pregonaba: “Algunos buscan un mundo más bonito, otros lo crean”. Ni bien traspasamos el umbral de la casa de Ariel y Nathalie supimos que ellos no son de los que simplemente lo buscan sino que forman parte de los valiosos seres humanos que con su energía personal lo ayudan a gestar.
¿Acaso te estás preguntando en qué nos basamos para hacer tal afirmación? Nos guiamos por el sentir, y esa fue la primera impresión que recibimos ni bien ingresamos al hermoso hogar que comparten (sobre la calle Coronel Suárez al 1581), en donde se respira una gran calma y cada rincón contiene destellos de luz que adoptan formas de cuadros, artesanías, frases y mandalas.
A través de un llamador que estaba colgado en el patio, el viento nos dio la bienvenida, y a medida que avanzamos nuestros sentidos quedaron sorprendidos por la calidez de los ambientes coloridos y luminosos, que estaban decorados por delicados objetos que daban la hermosa sensación de que todo había sido elegido no sólo con buen gusto sino desde el corazón. Al llegar a la cocina, el olor a panes caseros con semillas y romeros, recién horneados, sumado a la invitación a disfrutar de riquísimos mates con diferentes hierbas (entre las que predominaban el cedrón y la manzanilla) nos anticipaban que pasaríamos buenos momentos.
Nathalie es maestra de yoga, le agrada viajar y es de las personas que disfrutan aprendiendo. Ariel es actor, le gusta pintar y recientemente se acogió a un retiro por invalidez, producto de un virus que afectó el funcionamiento del riñón que le había donado su hermano para que pueda tener una segunda oportunidad en la vida. Juntos brindan cursos de alimentación sana, fabrican miel, dedican buena parte del tiempo libre al cuidado y la venta de cactus, y tienen entre sus anhelos más preciados crear un espacio de retiro en donde puedan compartir todo lo que van aprendiendo.
Como Ariel se había levantado a calentar un poco más el agua para el mate, comenzamos charlando con Nathalie, así que le pedimos que nos contara qué fue lo que la llevó a centrarse en el yoga: “Cuando mi mamá Maite tenía 40 años le diagnosticaron artrosis en su columna, ella empezó a hacer yoga y por curiosear, cuando yo tenía 14 años, la acompañé y quedé encantada. Luego, cuando terminé el secundario me fui a estudiar farmacia a Buenos Aires, porque quería hacer producción cosmetológica, pero nunca dejé de hacer yoga. Lo que si dejé fue la carrera de farmacia, porque cuando estaba en cuarto año decidí dedicarme por completo al yoga. No fue fácil en el año 91 venir y decirle a papá `la casi farmacéutica se va a dedicar al yoga´, porque en esa época éramos tres gatos locos los que hacíamos yoga, y gente de mi edad casi no había. Supongo que para mamá y papá la noticia no debe hacer sido fácil y habrán pensado `está loca´, pero la verdad es que todos fueron muy amorosos conmigo e incluso tengo gente muy querida que en su momento me alentó a continuar”.
“Cuando comencé hice hatha yoga con Miguel Genuth -continuó-, y después siempre seguí tomando clases tanto en Olavarría como en Buenos Aires, hasta que hace dos años tuvimos la suerte de que vino a Olavarría la maestría de yoga kundalini, así que fue bárbaro porque también la hice, así que ahora trabajo con las dos técnicas. En el medio de todo eso también aprendí reiki, y cuando estuve embarazada de mi primer hijo aprendí a hacer shantala, que es una técnica de masaje milenaria que proporciona bienestar al bebé, y también incursioné en la cocina macrobiótica, a la cual luego le fui incorporando otros métodos de alimentación saludable”.
Cuando Ariel se sentó para sumarse a la charla y de paso cebarnos algunos mates, nuestro desconocimiento sobre el yoga hizo que rápidamente quedáramos enganchados con lo que Nathalie nos contaba y quisimos saber más, así que indagamos sobre cuáles eran los principales prejuicios con respecto al yoga. “Hace unos años el principal prejuicio era por parte de los católicos, en relación a que era algo que iba en contra de sus creencias. Ahora el prejuicio con respecto al yoga no está centrado en lo religioso sino en que muchos creen que es algo que te va a aburrir. Por eso es muy lindo ver la expresión de la gente cuando dice: `¡Pero cómo no empecé antes, y yo que pensé que me iba a aburrir!´. Y eso está bueno, porque además de pasarla muy bien, con muy poca práctica todos manifiestan que se van sintiendo mucho mejor”.
“¿Qué es lo que impulsa a que la gente decida comenzar a tomar clases de yoga” le preguntamos, casi sin dejarle hacer una pausa: “En líneas generales muchos comienzan yoga porque se lo recomienda el médico para que puedan aliviar ciertos dolores o problemas físicos, como podrían ser los dolores lumbares o cervicales. Sin embargo, cuando asisten a las primeras clases eso va pasando como a un segundo plano y empiezan a tener otros registros, como el hecho de sentirse más relajados y poder descansar mejor. También ahora hay mucha gente que acude a yoga porque siente que tienen que tratar de bajar un cambio y arrancan sin que nadie se los sugiera, pero en general la gente viene a practicar yoga porque los manda algún profesional, como sucede con los psicólogos, por ejemplo, aunque también están aquellos que vienen porque sienten que están en un proceso de búsqueda interior”.
Ariel la escuchaba hablar muy atentamente y continuaba cebando mate en silencio, pero como la idea era dialogar con los dos, hicimos un breve paréntesis con la temática del yoga y le preguntamos qué era de su vida. “Durante 25 años trabajé en el banco, primero en el Edificadora y luego pasé a ser parte del Columbia, pero hace dos meses que me acogí a un retiro por invalidez, así que ahora estoy viendo qué nuevos pasos voy a dar. A mí me trasplantaron un riñón y el donante fue mi hermano Darío, pero a los dos años me entró un virus que me hizo bolsa el injerto, así que otra vez estoy en la cornisa porque mi cuerpo funciona con un solo riñón que anda poco. De hecho la doctora que me atiende en Buenos Aires no se explica cómo sigo y voy mejorando, y yo creo que en parte es gracias a la terapia neural y al hecho de ir buscando siempre un poquito más para poder sentirme bien”.
Lo vivido también lo ayudó a ser más flexible. “Una postura rígida siempre se rompe -destacó-, por eso si bien la enfermedad te brinda una posibilidad de cambio, uno primero tiene que aprender a abrirse, no resistir y estar dispuesto a aceptar lo que va aconteciendo”.
Esa búsqueda de “un poquito más” fue la que lo llevó a hacer hatha yoga, iniciarse en yoga kundalini y a modificar sus hábitos de alimentación. “Este año, con Ariel, dimos un curso de cocina naturista, y otro curso junto con Silvina De Sousa, sobre alimentación ayurveda. También con Alicia Deluca y Gladys Sambrini estuvimos dando cursos de cocina vegetariana que fueron lindísimos”, dijo Nathalie, a lo que Ariel acotó: “Si bien para nuestra alimentación vamos incorporando diferentes recursos, nosotros no somos veganos. En realidad no nos encuadramos bajo ninguna corriente en particular, lo que hacemos es no comer carne y alimentarnos de la manera más sana, rica y natural posible, porque al hacerlo de ese modo nos sentimos bárbaro. Y en nuestro caso la alimentación sana no nos hace excluir de las cuestiones sociales, porque nosotros lo hacemos de manera relajada y cuando salimos si queremos tomamos cerveza, vino o comemos alguna pizza”.
En la medida en que seguimos charlando, Nathalie comentó que “a mí siempre me gustaron las plantas y era de tener algún cactus, así que con Ariel se nos dio por ahondar en el tema un poco más y tomamos cursos para ir aprendiendo. Y al igual que me sucedió con yoga, en la medida en que fuimos adentrándonos en el mundo de los cactus nos fuimos encontrando con gente maravillosa. Nosotros a los cactus los cultivamos y también los vendemos porque son hermosas plantas ornamentales que dan flores increíbles. Por ahora no tenemos un local propio, pero si los vendemos en `La Caracola´ y en `La Pieza Que Faltaba´, y también cada tanto participamos de ferias. Dedicarnos a las plantas nos encanta, porque por ahí un domingo nos ponemos a trabajar a la una de la tarde y como si nada se nos hacen las nueve de la noche, y realmente esos son momentos muy amorosos y de disfrute que pasamos”.
La mención de la palabra “yoga” por parte de Nathalie activó algunas de las preguntas que nos habían quedado en el tintero al principio de la entrevista, así que decidimos retomar el tema, no sin antes pedirle que nos diga cuáles son sus referentes: “Durante mucho tiempo tuve como referente a mi abuela paterna, que se llamaba Reneé, que se vino desde Francia sola con mi papá, Jean Pierre, y realmente la peleó. Ella fue una mujer muy luchadora. Y ahora de a poco la fui soltando y mis referentes hoy pasan más por mis amigos y esa gente cercana que cuando uno los mira dice `qué gente piola´, tal como sucede con los chicos de `La Caracola´, que decidieron dejar sus laburos formales y a partir de confiar mucho en lo que creían empezaron a fabricar cositas de madera para los chicos, y son muy amorosos en la manera en que hacen las cosas”.
Como supusimos que posiblemente no todos los lectores de Está Bueno sepan en qué consisten las clases de yoga y tal vez algunos crean que sólo hay quedarse quieto, en silencio y con los ojos cerrados para meditar, le pedimos que nos describa cómo es una de sus clases: “Para activar completamente el cuerpo, se empieza la clase de hatha yoga con muchísimo movimiento y teniendo mucha conciencia de la respiración desde el primer minuto. Luego, si bien las actividades van variando a lo largo de las clases, posiblemente hagas una meditación, trabajes con ejercicios de respiración y finalices con una relajación, ya que esto último sí o sí se hace en todas las clases. Lo que es súper importante de destacar es que la energía grupal que se despliega en las clases ayuda a que las personas puedan entrar en ciertas dinámicas que les permiten superar cualquier dificultad, a diferencia de cuando se hace yoga de manera aislada. Además, generalmente antes de las clases surgen dudas o cosas que fueron pasando que son muy interesantes de abordar, porque permiten ir buscando ejercicios acordes a cada situación. Siempre, desde que empezamos la clase de yoga, trabajamos desde el corazón y eso crea un clima muy amoroso”.
“Los primeros días lo que la persona incorpora en yoga son técnicas de respiración -agregó-, porque si bien todos respiramos, hacer consciente la respiración es algo muy diferente; de ahí que eso sea lo primero que se trabaja, por eso cuando los que nunca hicieron yoga recién empiezan yo les digo que se olviden de las posturas y se dediquen a la respiración, porque una vez que se tiene incorporado lo de la respiración las posturas fluyen de manera mucho más fácil. La respiración consciente es muy importante porque es lo que facilita entrar en estados de relajación más profundos, y eso sumado a las técnicas de yoga permite trabajar mucho sobre el sistema nervioso”.
A modo de ejemplo, y para recalcar la importancia de aprender a respirar de manera consciente, Nathalie también dijo que “el sistema nervioso está dividido en simpático y parasimpático. El simpático lo que hace es que vos te muevas hacia fuera, de manera que te actives, en cambio el parasimpático lo que hace es retraerte. Con yoga lo que se hace es trabajar para que el sistema nervioso parasimpático, que es el que te permite aquietar, se vuelva más fuerte. Pero eso no significa que quedes sin capacidad de respuesta sino que te ayuda para que frente a cualquier circunstancia que te desestabilice, además de responder, puedas contar con herramientas que rápidamente te permiten volver a centrarte, y eso se logra mucho con la respiración”.
Como a veces da la sensación de que a las personas que están muy excedidas de peso o no tienen mucha flexibilidad o movilidad se les complicaría para adoptar las posturas del yoga, se lo preguntamos. “Para todo ese tipo de situaciones, siempre dentro del yoga existe una opción B, C, D, etc., e incluso en el caso de ser necesario la persona puede tomar las clases sentada en una silla, porque se puede trabajar tranquilamente en cualquier situación. De hecho hay un profesor, al cual yo no conozco, pero que me dijeron que es genial y da clases en silla de ruedas”.
Cada maestro de hatha yoga tiene su estilo y siempre le incorpora a sus clases algo de su impronta personal relacionada con su camino de vida. En el caso de Nathalie, ella le sumó a sus clases “algunas técnica de Tai Chi, que permiten mejorar el funcionamiento de las rodillas” y también le gusta trabajar con música. Además, una vez al mes, hace yoga nidra que “que consiste en profundos trabajos de relajación para limpiar el inconsciente y calmar la mente”.
En relación con los beneficios de su práctica, Nathalie indicó que “como en yoga se trabaja mucho sobre el sistema nervioso y glandular, su práctica ayuda a bajar los decibeles, permite armonizarse y dormir mejor, ayuda a aquietar la mente, aumenta la capacidad pulmonar y de concentración, facilita una mayor flexibilidad y movilidad articular, reduce los niveles de estrés e hipertensión, y brinda un montón de otros beneficios que resumidos en una sola frase podríamos decir que mejora la calidad de vida, porque te ayuda a centrarte en el corazón y también a conectar con la emociones”.
“Si bien los maestros toman muy en serio la enseñanza, la forma de dar yoga con los alumnos ahora es más relajada y eso está bueno porque tiene que ver con el ir amoldándose a los cambios de la vida misma. Los que han practicado yoga ya lo saben, pero para los que nunca lo hicieron está bueno destacar que si bien estas prácticas provienen de Oriente, en Occidente cada maestro fue masticando esas enseñanzas y asimilándolas para poder brindar un yoga adaptado a estas tierras y a estos tiempos, de manera que su práctica resulte interesante y accesible para todos”, mencionó.
Con respecto a si existe una limitación en relación con la edad para practicar yoga, explicó: “Cuando inicié mi formación se recomendaba que no se tomara a chicos menores de 7 años, porque se suponía que se tenía que terminar de formar el cuerpo sutil o energético, sin embargo las cosas se han ido acelerando de tal modo que los chicos ahora nacen con los ojos abiertos. Hoy a mis clases asisten personas de distintas edades, por eso si venís te podés encontrar con mi mamá, que tiene 72 años y sigue haciendo yoga, y entre los más jóvenes a un chico de 15 años. También asisten mujeres embarazadas y hombres de distintas edades”.
Desde hace algunos años en Olavarría hay diferentes opciones para hacer yoga (hay variantes dentro del hatha yoga, también está la posibilidad de hacer yoga kundalini, ashtanga y yoga aéreo), de ahí que también quisimos saber cómo hay que hacer para darse cuenta cuál es el método que resulta más efectivo para cada persona. “La mejor manera es tocar timbre y pedir participar de una clase. Para mí esa es la única manera te diría, porque hasta que no probás no sabés, y también hay que probar distintos maestros, porque dentro del hatha yoga, por ejemplo, cada maestro tiene su forma particular de enseñar, y eso también influye al momento de decidir dónde tomar clases”.
“¿Qué es lo que está bueno de haber elegido el yoga como camino?”, sentimos preguntarle para ir cerrando el tema. “Haber optado por yoga me permite vivir de manera coherente entre lo que siento y pienso, además me aporta calidad de vida y me ayuda a conectar desde otro lugar con todas las cosas. A mí me gusta el yoga porque me permite ir quitándome velos para poder ir quedándome con las cositas más interesantes de la vida”.
Como Ariel se había quedado en silencio, le preguntamos en qué etapa de su vida está: “Estoy en un proceso de cambio y viendo cómo todo esto que voy haciendo para mejorar lo encauso en algún proyecto, ya que sumado a lo que tiene que ver con los cactus y la alimentación sana, hacemos miel y también estamos indagando con lo que tiene que ver con los alimentos fermentados. Nuestro nombre es `Almacén de Vientos, Cosas y Cactus´, y creo que desde ahí algo surgirá”.
En ese sentido, vinculado con anhelos y proyecto, Nathalie dijo que “nos gustaría en algún momento poder generar un lugar de retiro, donde poder recibir gente que participe de la vida con nosotros y quiera tomar clases de yoga y aprender a cocinar de manera sana, pero por ahora eso está como uno de nuestro sueños”.
A la hora de señalar qué valores les gustaría ver más presentes en la sociedad, Nathalie sostuvo que “si bien el respeto hacia uno mismo y hacia el otro es algo primordial, y que no debe faltar, a mí me gustaría también ver a la gente viviendo más honestamente, en el sentido de que no se traicionen en relación a lo que sienten que quieren hacer en la vida”. Por su parte Ariel señaló: “Coincido con que me gustaría ver que haya más respeto y también creo que es importante que todos aprendamos a distinguir los espejitos de colores de las cosas que realmente son necesarias y nos hacen bien a nivel humano”.
Tanto Ariel como Nathalie son conscientes de que todos tenemos que sumar nuestro aporte para ayudar a forjar un presente diferente. “Creo que nuestro aporte pasa por hacernos cargo de lo que hacemos -afirmó Nathalie-. En mi caso trato de tener mi propia huerta, andar más en bicicleta, hacer yoga, llevar una alimentación sana y no oponerme a las cosas que sucedan sino fluir. Creo que por ahí va la cuestión. Son aportes chiquititos pero que dan sus frutos, tal como sucede con personas que han hecho cursos de cocina con nosotros y al verlos luego de mucho tiempo agradecen porque descubrieron la sal marina. Ese es nuestro pequeño aporte. Por suerte hay mucho para seguir puliendo, aprendiendo y también para trabajar, y afortunadamente siempre hay gente que va a apareciendo y te va acompañando en ese proceso, y eso me parece que es lo lindo de la vida”.
“¿Qué cosas valoran uno del otro?” sentimos preguntarles. “Más allá de todas las cuestiones que hacen que la ame y hoy estemos en pareja -dijo Ariel-, valoro su capacidad de autogestión, porque ella es su propia empresa y eso está genial, porque se sabe valer por sí misma. Además es de las personas que lo que no tiene lo inventa si es necesario, y eso es algo que me gusta mucho de ella, porque es una mujer muy apasionada. Yo siempre le digo que ella, sin duda, es mi mejor músculo, porque es quien me moviliza”. Nathalie lo miró muy dulcemente y explicó: “El flaco tiene una polenta increíble, puede estar internado y a los cuatro días está levantado y cocinando panes; él es mi maestrito y todo el tiempo aprendo mucho estando a su lado porque siempre me ofrece nuevas perspectivas”.
Nathalie tiene tres hijos (de 16, 18 y 20 años) y Ariel dos hijas (de 24 y 26 años). “Nosotros no los forzamos a que lleven nuestro estilo de vida -indicó Ariel-, pero ellos saben que cuando vienen a visitarnos se encuentran con que nuestra intención es vivir en un contexto armónico y sano, y eso muchas veces transmite más que si uno les va por el lado de la teoría o diciéndoles lo que tienen que hacer”.
Por último, y como siempre está bueno agradecer, les dijimos que tenían la posibilidad de hacerlo. Nathalie lo hizo mencionando a sus hijos “Mateo, Fermín y Luna, que también han sido mis maestritos de la vida, junto con mis viejos y mis amigos”, en tanto Ariel manifestó: “Le agradezco a mi hermano Darío, que fue capaz de donarme su riñón, así que imaginate cuánto le tengo que agradecer, porque muchas veces cuando se trata de casos hipotéticos uno dice `yo también lo haría´, pero hay que ser capaz de hacerlo cuando esa situación se presenta, y él tuvo el valor de hacerlo, así que le voy a estar eternamente agradecido porque me dio una segunda oportunidad en la vida. También aprovecho y les agradezco a mi viejos, Faustino y Mercedes, porque han hecho de mi hermano y de mí no sé si buenos tipos pero al menos nos han dado la capacidad como para que lo seamos, y si lo somos o no creo que no nos corresponde a nosotros decirlo, pero al menos sí destacar que ellos hicieron todo lo posible como para que eso suceda”.
Nathalie es una mujer muy activa y emprendedora, de ahí que su frase de cabecera sea “poné el carro en movimiento que los melones se acomodan solos”. Ariel mencionó que no tiene ninguna frase apuntada, sin embargo le parece muy graciosa la que afirma que “no hay patada en el culo que no te mande para adelante”. Ambos coincidieron en señalar que “si existiese la receta para la felicidad tendría que tener como ingredientes los afectos, la voluntad y el disfrute ligado al aprendizaje”.
Hoy te presentamos a Nathalie Thimotée y Ariel Dobler, quienes viven en Olavarría y cada día hacen su mejor esfuerzo para transformarse a sí mismos y de ese modo ayudar a que el mundo florezca. Ellos son gente que suma, porque son como dos gotas de agua, refrescantes y cristalinas, que en medio de un contexto sediento de esperanza emiten señales claras de que ya está naciendo una nueva humanidad.
Hermosa pareja felicidades amigos , y una linda nota, suerte en todo mis bendiciones5UBZ
Que lindo! Los felicito chicos. Se me llena el alma y el corazón que compartan esto porque me siento en el mismo camino, terapia neural, yoga y los placeres de la tierra. Un abrazo.
Me encanto la nota. Qué lindo que existan personas como ellos!!
Son dos soles y lo aseguro . Amiga, tu frescura no lo es para esta nota, es lo que se respira cuando se esta con vos. Los quiero !!
dos bellezas de seres humanos!
Hermosa nota!!! Naty una inspiradora!!!!