Camino a la gloria

Camino a la gloria

Las crónicas boxísticas destacan que a la hora de pelear “es guapo, con muchísimas condiciones y le pone la cuota de pimienta que necesita un combate para levantar al público”. Se trata de Franco Eloy Benito, a quien todos conocen como «El Castigador». Detrás de esta joven promesa del boxeo olavarriense, que tiene alma de guerrero y un gran corazón valiente, hay una familia muy unida que lo impulsa, lo contiene, lo cuida y lo motiva en su camino a la gloria. Hoy necesita de espónsores que lo ayuden a llegar a lo más alto, porque está dispuesto a no bajar los brazos hasta alcanzar la cima. Está Bueno que conozcas su historia : )

Para muchos el boxeo es un deporte muy violento, sin embargo pocos tiene la oportunidad de sentir cómo conmueve ver el amor familiar que se despliega en torno al sacrificio y la entrega que demanda preparase para afrontar cada combate. Los Benito se han transformado en un sello valioso dentro del boxeo local, y ahora es Franco quien, siguiendo las huellas de su abuelo Roberto, su tío Gustavo y su papá Sergio, se acaba de transformar en boxeador profesional para lleva el apellido de su familia hasta lo más alto.

Mi sueño es pelear por el título argentino, y después llegar a pelear por el título del mundo, representando a Olavarría en todos los lugares en los que me toque pelear. También me gustaría abrir muchas puertas, tanto para mis compañeros del gimnasio como para todos los colegas de mi ciudad”, dijo Franco tras hacer una pausa en su intenso entrenamiento.

“Uno, dos… Uno, dos… Bien… ¡Vamos, levantá la mano!”. La voz que alentaba a una joven boxeadora de 15 años era la de Sergio Fabián Benito, el papá de “El Castigador”, quien la hacía mover rápidamente con un “Flota-flota” amarillo para que la chica conectara una intensa seguidilla de golpes, en su gimnasio “FB Box, Villa Magdalena”.

“Cuando lo vi en su primer pelea como profesional me sentí orgulloso de él, y también sentí un alegría tan grande que no te la puedo contar, porque sé todo el sacrificio que hace para poder boxear. Mi sueño no era que mi hijo sea boxeador. Mi sueño ya lo cumplí, porque era tener un hijo deportista, ya que el deporte los hace más sanos, los aleja de la joda, de la noche y de la calle”, dijo su papá. Y destacó que “boxear implica muchos sacrificios, porque te tenés que olvidar de salir los fines de semana, hay que hacer una dieta estricta, tenés que correr a la madrugada, correr al mediodía, entrenar a la tarde y ser muy constante y disciplinado”.

De no haber sido porque lleva el boxeo en la sangre, Franco podría haber sido un gran delantero de fútbol. “Cuando era chico mi mamá me llevaba a jugar al fútbol acá en el barrio, pero una vez me vio el Tero Di Carlo y me llevó a jugar al Club Embajadores. Al poco tiempo, dentro del botinero yo me llevaba las vendas y un protector bucal, que me había regalado mi tío Mario, y me iba todos los días a entrenar con mi tío Gustavo, sin que nadie sepa nada, ya que yo supuestamente me iba a jugar a la pelota, hasta le dije a mi papá que dejaba el fútbol porque quería boxear”, nos explicó Franco cuando le preguntamos cómo fue su comienzo dentro del boxeo amateur.

Cuando se tiene un abuelo, un tío, y un padre boxeador, la sangre familiar hace sonar una fuerte campana interna que no se puede desoír, por eso Franco decidió continuar con el legado boxístico. “Mi papá y yo fuimos boxeadores amateurs, y mi hermano Gustavo sí fue boxeador profesional. Nosotros, de chicos, en mi casa teníamos un ring armado en donde jugábamos a la bolita y nos entreteníamos ahí, porque el juguete nuestro era el ring”, con esas palabras el padre de “El Castigador” citó cómo fue su propia infancia, y no ocultó su orgullo por ser el entrenador de su hijo, ya que sabe que ganarse la vida peleando no resulta sencillo.

“Franco a los 13 años defendía a su hermana en la escuela cada vez que alguien la molestaba, y cuando estaba por cumplir los 15 años me pidió que lo entrene. Seis meses más tarde debutó como boxeador amateur con un triunfo, y desde ahí no paró más –destacó su papá-. Ni bien lo empecé a entrenar me llamó la atención su viveza, porque es de los boxeadores que piensa cuando se mueve dentro del ring. Y eso es algo muy importante, porque un boxeador no sólo tiene que poder pegar fuerte, sino también no perder la cabeza cuando se está frente a un rival duro y saber resolver los problemas que se vayan presentando en el desarrollo del combate”.

“Siempre dimos bien el pesaje en la categoría e incluso un poco menos que los rivales”, sostuvo Franco, aunque reconoce, con una sonrisa que le va de oreja a oreja, que “el problema más difícil siempre es estar alineado con las comidas”.

Por cuestiones de salud, y también porque los números no cerraban, el papá de Franco decidió armar un pequeño gimnasio dentro de su casa para formar a otros boxeadores y que Franco pudiese entrenar, dado que el salto de amateur a profesional implica un cambio muy grande.

“Entre otras cosas, Franco tendría que tener un preparador físico, debería tomar vitaminas, contar con la indumentaria adecuada para entrenar y debería ir a un gimnasio… Pero nosotros estamos haciendo todo a pulmón, por ahora sólo contamos con una beca mensual del municipio, de 3.000 pesos, pero eso es hasta diciembre. Así que tenemos que hacer muchos sacrificios para que pueda entrenar y boxear, porque en otros gimnasios tienen un ring armado y hay esparrings con los que se puede guantear dos o tres veces por semana, y nosotros no tenemos nada”, mencionó Sergio.

La vida del boxeador no es fácil, porque durante toda la semana se somete al cuerpo a muchísimo desgaste. Y si a eso se le suma un trabajo intenso para poder juntar algunos pesos, el esfuerzo a la hora de entrenar es doble. Franco lo tiene bien en claro, sabe que el camino a la cima del boxeo implica sacrificios, pero no está dispuesto a claudicar: “Trabajar como peón de albañil ayuda en lo que tiene que ver con el fortalecimiento físico, pero la verdad es que cuando llegás acá para entrenar ya no tenés más brazo. Lo mismo que pedalear todos los días 8 kilómetros para ir a trabajar, porque cuando vengo tengo una rutina que implica salir a correr, hacer bolsa y una serie de ejercicios que te dejan fundido. De todos modos no me quejo, y por más que esté muy cansado, si me toca hacer guantes aprieto los dientes y lo hago. Eso sí, llega la noche y no quiero saber más nada porque quedo roto”, afirmó “El Castigador”, mientras se acomodaba el vendaje de su mano izquierda.

Toda su familia lo ayuda de manera admirable. Ni bien entramos al gimnasio y lo vimos entrenar, pudimos notar que su pareja, Mailén Arévalo, no se perdía ni uno sólo de sus movimientos. Ella es quien lo cuida en las comidas, y su pequeña hija Riana Joselyn es quien con sus caricias y dulzura le hace olvidar a Franco todos los dolores. Su papá lo sigue a sol y sombra. Su mamá se ha convertido en su más ferviente guardiana (ver recuadro aparte titulado: “En cada pelea siento que me muero”). Y sus tíos también siempre están presentes, al igual que su abuelo Roberto Omar Benito, de 78 años.

Roberto no llegó a ser un boxeador profesional, pero abrió un camino para que sus hijos y sus nietos lo recorran. A él le encanta ver boxear a su nieto pero por cuestiones de salud no pudo ir al primer combate de Franco como profesional. De todos modos estuvo presente con un sabio consejo: “Mi abuelo me dijo que sea frío a la hora de pelear -subrayó Franco-, porque si uno se deja llevar por las emociones del momento es imposible plantear una pelea de manera inteligente”.

Quién sí estuvo presente el día de su debut fue tu tío, Gustavo Benito. “Mi hermano Gustavo fue un grande del boxeo de Olavarría, todavía no he visto un boxeador como él, pero de todos modos creo que Franco nos supera los tres, tanto en pegada como en viveza. Nosotros éramos más del boxeo de Víctor Galíndez, que era a puro golpe. Franco en sus comienzos también era así, pero pelea a pelea fue depurando su estilo y mejorando constantemente, por eso siento que él tiene muchísimo futuro”, dijo su padre.

Cuando le preguntamos qué siente cada vez que ve a su hijo subir al ring, sostuvo que “como padre, al verlo pelear, los golpes duelen mucho más que cuando yo peleaba. Pero bueno… es lo que uno lleva en el alma, y es lo que a uno le gusta. Cuando lo vi en su primer pelea como profesional me sentí orgulloso de él, y también sentí una alegría tan grande que no te la puedo contar, porque sé todo el sacrificio que hace para poder boxear”.

Franco tiene 23 años. Desde hace un año es profesional, y si bien aspira a vivir del boxeo por ahora se las rebusca haciendo changas como peón de albañil. Como amateur tuvo 41 peleas, de las cuales ganó 38 (seis de ellas por nocaut), tuvo 1 empate y sólo perdió sólo 2 combates.

“Lo que sentí en mi primera pelea como boxeador amateur fue algo único, muy difícil de explicar. Sentí nervios y mucha adrenalina porque sabía que no podía fallar, y le gané por puntos a un chico de Bolívar. En cambio, en mi debut como boxear profesional, en donde gané por nocaut en la categoría Ligero, me sentí muy tranquilo porque estaba muy bien entrenado. Incluso la noche anterior pude dormir con normalidad”, nos explicó cuando le pedimos que nos recordara sus sentimientos en dos de sus combates claves.

Cuando indagamos sobre qué boxeadores lo inspiran, no tardó ni un segundo en responder. “A mí me gustan dos boxeadores –destacó Franco-, `Maravilla´ Martínez, por su manera inteligente de plantear las peleas y también `El Príncipe´ Naseem Hamed, por su forma de esquivar y de pegar”. Y agregó un dato que supo capitalizar para sus combates: “en muchos reportajes Maravilla siempre destacó que él siempre peleó con las manos abajo, ya que él miraba los hombros de los boxeadores, porque antes de sacar una mano lo primero que se mueven son los hombros”.

“Nosotros peleamos con guantes de 8 onzas, en donde el vendaje es como si fuese un yeso, así que te podés imaginar lo mucho que duelen las manos, sobre todo porque a nivel profesional se pelea sin cabezal”, nos comentó. Y remarcó que “previo a subir al ring me persigno, y antes de que comience el primer round le doy un beso a mi papá y nos chocamos las manos. Esos los hacemos siempre en todas las peleas. Y también antes de salir de casa nos chocamos las manos y nos decimos que vamos aganar, porque salimos mentalizados que nos hay lugar para la derrota”.

La categoría “Ligero” es hasta 61 kilos. “Quiero llevarlo a la categoría `Súper Pluma´, que es una categoría anterior a la de él, porque va hasta los 59 kilos, porque si vos subís de categoría duelen más lo golpes, pero para eso se necesita contar con una buena dieta, pero eso también es caro” nos dijo el papá de Franco al mencionar cuáles eran los próximos pasos que planeaban dar.

Y en función de ese objetivo, Sergio destacó que hoy sería muy bueno tener algún auspiciante que nos ayude a contar con los elementos deportivos como para poder entrenar de la mejor manera posible, porque para salir a correr se necesita un buen par de zapatillas, también se necesitan vitaminas y una buena dieta, porque llegar a lo más alto también implica no sólo un gran esfuerzo físico sino también económico”.

Conjugar la doble tarea de padre y entrenador no es tarea sencilla. “Por momento se hace difícil, tanto estando en el rincón viendo los golpes que recibe como estando en la mesa familiar, porque tengo que estar atento a que respete una alimentación adecuada y pueda dar el peso. Pero, por lo demás, es una enorme alegría poder acompañarlo y verlo crecer como deportista”, sostuvo.

Como ya se les hacía tarde y tenían que seguir entrenando, le agradecimos por haber tenido la amabilidad de recibirnos en su gimnasio de la calle Hipólito Irigoyen 6010, y les dijimos que trataríamos de colaborar difundiendo lo que hacen para que encuentren quienes los puedan ayudar.

Si algo distingue a la familia Benito es el sacrificio, el empuje, la constancia, la garra y el corazón que ponen en todo lo que hacen. “Nunca nos vas a ver bajar los brazos, siempre nos vas ver yendo hacia adelante”, sentenció Franco a modo de cierre de esta entrevista, mientras su padre lo miraba de manera esperanzada, porque internamente sabe que su hijo tiene la viveza, la fuerza, el valor, la constancia y el coraje necesario que caracteriza a todos los que se aventuran a recorrer el duro y ascendente camino que conduce hacia la gloria.

P.D.: Te compartimos estas imágenes para que conozcas a su familia y lo veas entrenando junto a sus amigos en el gimnasio que con tanto amor armó su padre : )

(Fotos: Tomás Pagano)

P.D.1: Descubrí a “El Castigador”al ritmo de la música de “Enzo P con Su Ranchada”.

P.D.2: Tomás Pagano lo acompañó en dos de sus combate para documentar a «El Castigador» en acción : )

 

P.D.3: Tomás también fue a verlo guantear de cara a su próximo combate : )

 

P.D.4: Así pelean sus referentes, `Maravilla´ Martínez y `El Príncipe´ Naseem Hamed.

(Fotos: Tomás Pagano)

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