Es tiempo de poner la lupa en los que suman. En Olavarría existe un merendero muy pequeño, sostenido por el corazón inmenso de una madre solidaria que abrió las puertas de su casa para que los chicos del barrio puedan tomar la leche. Queremos que conozcas a “El Angel de la Bicicleta”, el espacio en donde se siente el amor por los más chicos y se hace un bellísimo esfuerzo comunitario para que sus sonrisas nunca dejen de brillar.
“Ahora vemos una bicicleta alada que viaja por las esquinas del barrio”, dice la canción de León Gieco, y en el barrio Mataderos se la puede ver haciendo un alto en su peregrinar. “Al merendero lo llamamos `El Angel de la Bicicleta´, en honor a Pocho Lepratti, un militante social que siempre ayudó a la gente humilde”, nos contó Romina Domínguez cuando la fuimos a visitar el día en que decidió vestirse de payaso para agasajar a los más chicos del barrio.
“Todo surgió porque tengo un nene de 5 años que cuando venía del jardín siempre traía a compañeritos suyos a tomar la leche en casa. Hasta que un día me encontré con que eran 7 nenes los que estaba merendando y luego pasaron a ser 20. Así fue como empezó todo. Surgió casi sin darme cuenta porque fui sumando más chicos para que compartan la leche con mi hijo”, dijo muy sonriente.
Romina no abrió las puertas de su hogar desde la comodidad ni la holgura económica. Ella creó el merendero en el pequeño living de su casa, con todos los contratiempos que ello implica para cualquier dinámica familiar. Y eso sólo sucede cuando se siente un fuerte llamado interno a colaborar para ayudar a revertir las necesidades de los que menos tienen.
Las fuertes ganas de ayudar le sirven como motor de búsqueda. “Al ver que eran tantos los chicos que venían a merendar tuve que salir a pedir donaciones y la gente nos respondió. Luego el Municipio se enteró lo que hacíamos y nos empezaron a brindar la leche y masitas -explicó-, pero de todos modos la ayuda no siempre alcanza”.
“Por ahora al merendero lo abrimos sólo tres veces por semana, ya que por momentos no llegamos con el azúcar, la leche y los alimentos para poder hacerlo funcionar siempre; pero cuando hay alimentos sumamos más días”, agregó.
“Está Bueno que la gente se acerque y se sume -remarcó-, porque además de la merienda, cuando algún nene lo necesita nosotros nos movemos para conseguirle zapatillas, útiles, ropa o lo que esté necesitando. A veces los nenes vienen y después de merendar nos preguntan si no les podemos dar algún alimento para llevar a sus casas, y les vamos dando todo lo que podemos, porque cuando se viven situaciones difíciles es cuando más nos tenemos que ayudar entre todos”.
“El merendero funciona en el living de mi casa porque aún no cuento con un espacio como para que los chicos se puedan quedar incluso a cenar”, dijo.
De todos modos, Romina confía en que tal vez en no mucho tiempo su sueño de que los chicos cuenten con un lugar más grande y cómodo no tarde en concretarse. “Pegado a mi casa hay un terreno, que es mío, en donde quiero crear un salón más grande para que los chicos estén más cómodos, porque como verán, el comedor es chiquito y casi no cabemos”.
Gente de una agrupación barrial, el propietario de una bloquera y un odontólogo ya colaboraron para que Romina pudiese contar con bloques para levantar las paredes. “Ahora necesitamos chapas, tirantes, cal, cemento, aberturas, caños, y todo lo que pueda servir para armar un merendero como los chicos se merecen”, resaltó.
Romina es de las mujer que nunca bajo los brazos por más que la adversidad golpee. Consciente de la dura situación social, no sólo ayuda los más chicos. También fue por más: “Ahora los sábados empezamos hacer viandas para la gente del barrio que esté más necesitada, de manera que al menos ese día, ya sea a la noche o al mediodía, tengan su comida asegurada”, comentó.
En su noble y titánica tarea de ayudar, Romina no está sola. “Las mamás del barrio también me ayudan, por eso si alguna tiene huevos y yo harinas y salsa nos ponemos a amasar y hacemos pizzas o torta fritas, o lo que podamos con los elementos que juntemos”, destacó por último.
Quienes quieran comunicarse con Romina para darle una mano pueden hacerlo a través del sitio de Facebook o llamándola al 2284-695081. Toda ayuda, por chiquita que sea, hará una gran diferencia para que “El Angel de la Bicicleta” siga brindando amor en el barrio Mataderos, de manera que la mágica sonrisa de los niños nunca deje de brillar. Desde Está Bueno te invitamos a ser parte de los que ayudan a cambiar la realidad, abriendo el corazón para sumar : )
P.D.: Clickeando la imagen se accede al link del merendero en Facebook : )
(Fotos: Tomás Pagano)