El punto medio
(Por Julio Andrés Pagano) Sabiendo que en la Tierra había mucho por hace y que teníamos un largo e intenso camino por recorrer, antes de dar los primeros pasos acordamos fijar un lugar para volver a encontrarnos y compartir lo vivido. Ese sitio bien íntimo, apacible y sagrado al que prometimos retornar nos permitiría reconocer lo aprendido. ¿Te acordás cómo lo bautizamos? Lo llamamos “el punto medio”, y como señal dibujamos un radiante corazón, con las alas extendidas, cómo símbolo lumínico del amor infinito que nos impulsó a viajar y a confiar en nuestra esencia.
En nuestra hoja de ruta sólo decía que en esta encarnación el corazón sería nuestra brújula maestra y guía, por eso debíamos aprender a confiar en las señales, las sincronicidades y darle paso a la intuición para poder reconocer en cada ocasión las enseñanzas de vida. No por casualidad experimentamos los extremos y pasamos por situaciones densas, oscuras y asfixiantes, que parecían indicar que la mente, la lógica y la razón eran las únicas vías de expresión que daban sentido a una realidad material, en donde tener era más importante que Ser, y las apariencias hacían que la pureza de nuestra esencia permaneciese dormida.
Ahora que vamos despertando y juntos estamos recordando el bello y aleccionador sentido de nuestro mágico peregrinar, reconocemos que todo lo vivido fue perfecto. Hay un sinnúmero de emociones, sentimientos y vivencias que sólo podían manifestarse por medio de los contrastes. Fue ese asombroso juego de luces y sombras el que amplió, profundizó y humanizó nuestra visión, revelando el punto medio en donde las fuerzas se equilibran y la paz se hace presente. Atrás quedó el tiempo en donde creíamos que guerrear era la forma sagrada de que la luz se manifieste.
Ya no luchamos, ya no peleamos. Conscientes de la Unidad honramos nuestras sombras y de corazón bendecimos a quienes tuvieron el coraje de movilizarnos para que pudiésemos crecer y animarnos a florecer, retornando a nuestra esencia. Internamente sabés que cuando este alquímico peregrinar finalice, en el armónico punto medio que señalamos nos volveremos a encontrar, y el amor infinito que nos impulsó a viajar nos cobijará en un sacro y eterno abrazo evolutivo que irradiará aún más luz, paz y consciencia.
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