Poner el corazón y el alma en la tarea que elegimos emprender hace que lo que algunos llaman “trabajo” se transforme en una gran bendición, que nos permite enriquecernos como seres humanos. Así es como sienten la noble tarea que a diario desempeñan quienes presentan servicio en el Hospital de Oncología de Olavarría, un espacio que en la fantasía de muchos lleva el estigma del sufrimiento, la muerte y el dolor. Sin embargo ellos trabajan para que los pacientes sanen y recuperen la alegría, en un cálido entorno profesional en donde el amor, la creatividad y el entusiasmo están siempre presentes. Hoy te queremos contar que vos también podés colaborar con esta hermosa legión de sanadores que le dice sí a la vida, y transforman la adversidad en mágicas oportunidades para seguir creciendo y sonriendo.En una reciente nota que publicamos en Está Bueno, en donde te hablábamos sobre los beneficios del voluntariado, te comentábamos que está en marcha una inmensa revolución de amor, profundamente humana, movilizadora, y en muchos casos silenciosa, de la que millones de personas en todo el mundo comenzaron a disfrutar cuando se dieron cuenta de que podían ser útiles y sentirse plenos ayudando a los demás.
Por eso esta vez fuimos hasta el Hospital de Oncología “Luciano Fortabat”, para que conozcas los nombres y los rostros de algunas de los tantas personas que van por la vida haciendo el bien, y de paso estés al tanto de las oportunidades que tenés de sumarte y colaborar.
Nos anunciamos en la ventanilla de entrada. Mientras permanecíamos en un rincón, esperando ser atendidos, nos llamó la atención ver que una mujer, de sonrisa plena y porte radiante, a cada persona que llegaba al hospital les decía: “¡Hola amor, en qué te puedo ayudar!”.
Nos gustó tanto su manera de proceder que le preguntamos su nombre (se llama Virginia Blanco) y le tomamos una foto. En eso recordamos que hace un tiempo, cuando en Está Bueno entrevistamos a la doctora Silvina De Sousa, ella nos había mencionado que en “Oncología están pasando un montón de cosas bien lindas, y muy humanas, que estaría bueno que más gente las conozca”.
A los pocos minutos, muy amablemente nos recibió la doctora Sofía Bunge, quien es especialista en cuidados paliativos y también Directora Asociada del Hospital de Oncología (junto al doctor Gabriel Michetti). Ni bien le comentamos el propósito de la entrevista, aceptó. Dijo que llamaría a otras compañeras, pero antes hizo una salvedad: “Quiero destacar que si bien por cuestiones de tiempo seremos pocas las que hablaremos, formamos parte de un maravilloso grupo de trabajo, muy grande y bien unido, porque acá colaboramos todos para poder brindar un servicio de excelencia”.
En la medida en que fuimos conversando, reconocimos que sus palabras estaban muy en lo cierto. Sólo te adelantamos que en Oncología “todos ponen mucho más que el hombro”; porque, entre tantos otros, el personal de mantenimiento, enfermería, administrativos, ambulancieros, mucamas, médicos, familiares, pacientes, miembros de la Cooperadora, asistentes sociales, psicólogos y ex empleados, dan vida a un increíble entramado humano que se destaca por las ganas de ayudar y servir al prójimo.
Ni bien dejamos atrás la puerta de ingreso, nos llamó la atención la gran cantidad de consultorios, espacios comunes, salas y pasillos con que cuenta el hospital. Pasamos a la oficina de Sofía y enseguida llegaron las enfermeras Graciela Leones, María Martínez y Anabella Abidin. Era tiempo de conversar, y nuestra intención era saber cuáles eran las “cosas bien lindas y muy humanas” a las que se refería De Souza, y también conocer de qué manera los olavarrienses podían colaborar.
“Uno cuando dice dónde trabaja la gente se sorprende, porque a Oncología se lo asocia con el dolor. Pero cuando las personas se acercan y ven del modo en que trabajamos, cambian por completo la imagen mental que tenían, y todos se enganchan rápido y colaboran”, dijo sonriendo Graciela, quien lleva 20 años trabajando como enfermera.
“En Oncología tenemos un abordaje integral, porque los pacientes que llegan están atravesando por situaciones personales difíciles, y eso también afecta mucho a sus familias. Hay veces que llegan personas que están muy solas, porque no cuentan con un buen entorno afectivo o no tienen familias y están pasando necesidades. Por eso en la medida en que podemos les damos ropa y los elementos de higiene. Esa es una manera de ayudar, más allá del tratamiento médico, siendo solidarios con quienes más lo necesitan. A todos ellos les brindamos nuestro apoyo para que puedan sentirse lo mejor posible”, expresó Sofía.
Haciendo historia, María mencionó que “hace muchos años estaba la Fundación Fortabat, que era la que absorbía todos los gastos y reparaciones que no se podía conseguir a través del Ministerio de Salud. Pero una vez que la Fundación se disolvió nos quedamos con las antiguas voluntarias, que en ese entonces usaban guardapolvo rosa. Ellas tenían hasta un placarcito dentro de la institución, en donde guardaban la radio, los elementos de higiene para los pacientes, y una vez por semana llamaban por teléfono para saber cuántos pacientes había y les traían torta para compartir. Todo eso con el tiempo se perdió, y cuando la última voluntaria se fue a vivir al Hogar de las Damas Vicentinas tuvimos un bache en la colaboración, porque es como que a la gente la costaba acercarse a la institución”.
“Afortunadamente ahora tenemos un voluntariado que es importantísimo por la gran cantidad de eventos anuales que realizan, y por el apoyo que constantemente nos brindan, y está dado por la Cooperadora del Hospital – subrayó Sofía-. El aporte que realiza es muy valioso, porque va desde las cosas chiquititas diarias y cotidianas, como los elementos de higiene, ropa (camisetas, pijamas etc.), hasta cosas más grandes como pueden ser los sillones para las salas, la remodelación de las instalaciones del hospital o la creación del salón de usos múltiples, que quedó lindísimo”.
“Nosotras, junto con el resto del personal del hospital, siempre estamos dispuestas a colaborar con la Cooperadora. Lo hacemos, por ejemplo, participando de los eventos que hacen, en donde nos ponemos el delantal y oficiamos de mozas. También colaboramos vendiendo rifas, cocinando en las cenas solidarias y ayudamos en todo lo que organicen para abaratar costos. No tenemos dinero para colaborar, pero colaboramos con nuestro tiempo y dedicación”, expresó María.
En la medida en que charlábamos, nos iba quedando en claro que la ayuda no se limitaba sólo a cuestiones de compañerismo o temas institucionales. El foco central de la ayuda estaba puesto en los pacientes y en la ferviente necesidad de animarlos a que se sientan mejor y se recuperen lo antes posible.
Dentro de las diferentes actividades que en Oncología se viene haciendo a tal efecto, Sofía mencionó que “el anteaño pasado hemos realizado varios encuentros, que este año queremos continuar, con la ONG de Buenos Aires que se llama `Luzca Bien´. En donde ellos, junto a varios voluntarios olavarrienses (entre los que había peluqueras y maquilladoras), ayudan a que mejore la imagen corporal de los pacientes, enseñándoles a maquillarse, a usar pañuelos, pelucas, así como a utilizar distintas clases de elementos que los hacen verse mejor”.
El arte también tiene su espacio y cumple un rol clave en la zona en donde se hacen los tratamientos de quimioterapia. Allí los pacientes pasan entre 3 y 4 horas diarias, y una de las maneras de hacer más llevadero el proceso es fomentando la interacción y dando paso al color y la creatividad para que la atmósfera se aliviane y desembarquen las sonrisas.
“Durante ese lapso en que esperan que el líquido vaya pasando por vena, buscamos que, además de interactuar entre ellos, los pacientes hagan distintas actividades, las cuales varían dependiendo la época del año -dijo Sofía-. Los miércoles a la tarde, por ejemplo, hay un taller de arte que lleva adelante la artista plástica olavarriense Ornela Aylen Pérez, quien con toda dedicación y amor dona su tiempo para trabajar con los pacientes, sus familias y quienes quieran sumarse, y hacen dibujos, pintan máscaras y crean mandalas, entre otras cosas”.
“También en otras oportunidades, gracias al trabajo de voluntarios que brindaron talleres para enseñar a tejer en telar, los pacientes crearon cuadrados, de 20 por 20, que luego se unieron para formar mantas que se donaron a Pediatría. De esa manera, al ayudar a otros, los pacientes no se quedan tan focalizados en su problemática y se distraen”, sostuvo María.
Graciela recordó que “en una oportunidad también hicimos un árbol navideño todo con pompones, los cuales para el Día del Niño los reciclamos y creamos caritas, sumándoles otros materiales que teníamos acá. Y los entregamos como juguetes en la fiesta de MANO. Su presidente se emocionó y valoró mucho lo que hicimos porque ella fue paciente nuestra y sabía lo que era participar de los talleres que realizamos”.
Siempre buscan hacer algo diferente. “El año pasado, por ejemplo, para Pascuas, con restos de goma eva, más latas y botellas recicladas, junto con los pacientes armamos unos conejitos para que luego ellos pusieses ahí dentro un huevito de pascua o un chocolate, y se lo diesen a sus familiares” acotó Sofía.
Haciendo memoria, Graciela también dijo que “de la formación de Acompañantes Terapéuticos todos los años mandaban un grupo de colaboradores que estaban en la sala, ellos les hacían compañía a los pacientes que no tienen familiares, les leían y los ayudaban a pintar, pero como el año pasado la carrera no se abrió ya no vinieron, y es una pena, porque hacían un valioso aporte”.
Las autoridades del Hospital de Oncología quieren que quienes por allí pasen sientan que están en un contexto acogedor. Por eso, en la medida de las posibilidades, cada día van dando más lugar al arte y la creatividad para que el edificio se transforme en un espacio cuyo contexto también sume en la recuperación de los pacientes.
“Hace poco se hizo un mural y ahora también se está trabajando con una escuela de plástica para hacer una escultura para uno de los patios, porque eso ayuda a que el paciente, además de las actividades que pueda llegar a realizar, pueda tener una vista alegre mientras hace el tratamiento mirando el jardín”, explicó Sofía.
También destacó que “otra de las formas que tenemos de evitar que el contexto se torne lúgubre es por medio de la naturaleza. Por eso, entre todos ayudamos para que las plantas, que incluso algunos pacientes nos las regalan, embellezcan el lugar y brinden un mayor dinamismo”.
“Nosotros hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para que el paciente se pueda distender y no esté pensando constantemente en la droga que le está pasando o si se va a descomponer o qué le puede pasar. Y el esfuerzo que hacemos bien vale la pena porque notamos que con la suma de todos los aportes al paciente le cambia el humor”, dijo María.
Muchos son los que llegan, pasan, dejan su semilla y siguen camino. Pero quienes permanecen firmes son los integrantes de la Cooperadora de Oncología, quienes año tras año programan eventos (entre los que se destacan la peña folcklórica, el desfile de modas, la gala de danza, la cena anual y la maratón) que les permiten recaudar fondos para afronta las nuevas necesidades que constantemente surgen.
Sobre este punto, Sofía quiso hacer una mención muy especial: “Con respecto a estos eventos, quiero destacar algo muy valioso e importantes, como es el hecho de que mucha de la gente que trabaja acá, como las enfermeras, los administrativos y demás integrantes del personal y sus familias, colaboran en estos eventos decorando los salones, haciendo de mozos, cocinando, haciendo los postres y ayudando en todo lo que sea necesario para poder abaratar los costos. Y eso es algo que no quiero que se me pase por alto resaltar, porque es ahí en donde se pone de manifiesto al grado de compromiso y las ganas de ayudar de nuestra gente”.
“¿De qué manera el resto de la comunidad podría ayudar?”, les preguntamos: “El voluntariado tiene muchas caras – afirmó-. Hay muchas formas de colaborar y de ayudar. Entre otras maneras, se pueden donar cosas, tiempo, dinero, ayudar a difundir las actividades que llevamos a cabo y se pueden ofrecer como personal de apoyo para los eventos que realizamos”.
“Sabemos que no a todo el mundo le gusta, tiene ganas o está capacitado para colaborar en un hospital oncológico, pero en verdad haya muchísimas manera de ayudar. Porque se pueden donar materiales para el taller de arte, comprar una rifa, asistir a la cena anual que nos permite recaudar fondos. Se puede donar ropa, sumarse a la maratón anual que hacemos, asistir a la peña folklórica, al desfile de modas, etc. Nosotros siempre buscamos que las cosas que recibimos circulen, se muevan y se utilicen, de manera que entre todos podamos ayudarnos y generar como si fuese una rueda de colaboración”, subrayó Sofía.
Por su parte Anabella, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, dijo: “Participar es una buena manera de colaborar, y toda la ayuda es siempre muy bienvenida. Hay gente que tal vez no puede comprometerse a venir todas las semanas, pero tal vez sí puede hacerlo de manera esporádica o para un hecho puntual. Además, en Oncología también estamos abiertos a recibir todo tipo de propuestas que ayuden a que los pacientes puedan ganar en calidad de vida. De modo que quienes así lo sientan sólo tiene que acercarse hasta el hospital para contarnos lo que les gustaría hacer o la manera en que pueden sumar”.
“También está bueno remarcar que nosotros estamos muy agradecidos por la manera en que la gente de Olavarría colabora con este hospital. Muchos lo hacen vendiéndonos las cosas al costo, y otros hacen con donaciones en materiales, abertura, baldosas, premios, etc. Siempre preguntamos si podemos agradecer públicamente, sin embargo en muchos casos la gente prefieren hacerlo de manera silenciosa y que sus nombres no trasciendan”, comentó Sofía.
El tema del voluntariado nos había llevado al terreno de las emociones. Así que quisimos saber un poco más sobre lo que ellas viven puertas adentro del hospital, ya que en algunos casos están con los pacientes durante el período de tratamiento y luego los vuelven a ver en los posteriores controles de rutina. Pero en otros casos les toca acompañarlos hasta la etapa final sus vida, y eso es algo bien movilizador.
“Al principio la gente viene con mucho miedo. A veces lloran y dejar que todas sus emociones afloren. Sin embargo, en la medida en que el tratamiento transcurre, todos hacen la misma afirmación: `Ustedes nos ayudaron a cambiaron nuestra percepción, porque pensábamos que esto era otra cosa, y nos encontramos con un lugar muy cálido, en donde hay mucho cuidado hacia cada persona y su entorno´ ”, mencionó María.
“Cuando vienen a hacerse los controles, los pacientes se acercan, nos abrazan, nos saludan, nos dejan bizcochitos y muchos también luego participan de los eventos que organiza la cooperadora. Y también hay muchos familiares que por más que sus seres queridos ya no están, ellos siguen apoyándonos. Uno de esos casos es el de Valeria Potes, cuya mamá recibió cuidados en el hospital, y ella ya lleva dos años colaborando con la realización de una gala solidaria, por medio de Arte Danza, a total beneficio de la cooperadora. Así, al igual que sucede con Valeria, tenemos vínculos con un montón de personas que colaboran cada vez que lo necesitamos”, explicó Graciela.
Trabajar en Oncología no las exime de los golpes fuertes, sin embargo siempre buscan la manera de que todo cobre un sentido diferente. “En honor a una colega nuestra, a la que nos tocó asistirla hasta su etapa final de vida -dijo María-, la cooperadora juntó fondos y ahora tenemos una habitación de aislamiento para pacientes neutropénicos (se llama así a quienes presentan las defensas muy bajas luego de recibir quimio) cuya placa lleva su nombre”.
“Nosotros también hacemos nuestros duelos, y muchas veces lo que nos toca vivir impacta fuerte en nuestras emociones y sentimientos. Pero todo eso que nos acontece siempre se habla y se trabaja mucho como equipo, y entre todos nos fortalecemos”, dijo Sofía.
Al momento de hacer un balance interno, quien respondió primero fue Graciela: “Es gratificante ver cómo vamos evolucionando, y cómo con pequeñas cosas, que a veces pueden ser materiales o simplemente tiempo, vamos aportando cada uno un poquito para llevar adelante proyectos que van cambiando el pensar de la gente, porque siempre cuando se acercan a esta institución vienen con muchos temores, muchos cucos. Pero gracias a la manera de trabajar que tenemos acá, en donde les mostramos un gran abanicos de cosas positivas y creativas que pueden hacer, tanto en el hospital como en sus casas, esa forma de pensar está cambiando”.
“Uno se pone muy contento con el progreso que vamos logrando con el paso del tiempo -agregó-, porque si bien hace muchos años las voluntarias venían y acompañaba, quedaba todo ahí. Sin embargo ahora todo va evolucionando, porque por medio de los talleres, los encuentros, los eventos y las distintas actividades que se proponen, nos sentimos bien unidos y entre todos nos apoyamos”.
“Mucha es la gente que a diario pasa por el hospital. Sólo para tratamiento de quimio tenemos un promedio mensual de 150 personas. Y también hay entre 5 y 6 pacientes diarios internados, cuyos casos son más complejos y requieren de mayores cuidados. Nosotros los ayudamos para que puedan sanar y vean su patología desde otro punto de vista. Pero los pacientes nos ayudan mucho en nuestro crecimiento personal y nos ayudan a ser mejores personas -enfatizó María-, porque nos ayudan a sensibilizaros, pensar en el otro y a darnos cuentas de que muchas veces lo que consideramos un `problema´ o las dificultades que nos tocan vivir no son nada comparadas con lo que ellos tienen que afrontar”.
“Eso nos permite darle el valor que le corresponde a cada cosa, y es lo que nos ayuda a crecer como seres humanos”, agregó Graciela.
“Lo que ellas mencionan es muy cierto -expresó Sofía-. Lo que hacemos representa un crecimiento personal enorme porque todo esto lo que hace es llevarnos a valorar las cosas que uno tiene cotidianamente, y que muchas veces da por sentado, cuando en realidad en la vida no tenemos nada garantizado. Además nuestra tarea es muy gratificante, y en lo particular me siento honrada porque nos brinda la posibilidad de acompañar a otros que están pasando momentos difíciles y nos permite aportar nuestro granito de arena en momentos de tanta complejidad”.
“El hecho de que sea un Hospital de Oncología no significa por ello que tenga que ser un lugar triste -prosiguió-. Nosotros lo que hacemos es buscar que el día a día de cada una de las personas que por acá pasan sea lo mejor posible. Por eso, en todo lo que podemos o está a nuestro alcance, trabajamos para que esa meta sea una realidad diaria bien palpable. De ahí que siempre nos van a ver tratando de cuidar del jardín, embelleciendo los ambientes y colaborando para que todos reciban una atención bien cálida”.
“Esa calidez humana también se traduce en el llamar a todos los pacientes por su nombre, en saludarlos cordialmente y estar siempre muy atentos a todo lo que necesitan. Nosotros realmente estamos focalizados en brindar una atención integral, centrándonos en el paciente y su familia. Y eso genera un extra, porque marca la diferencia a la hora de experimentar cómo se vive una etapa tan compleja en la vida de estas personas”, enfatizó Sofía.
Ellas estaban tan enanchadas rememorando las buenas cosas que en el hospital les toca vivir, y todo lo que tienen pensado hacer (como el hecho de hermosear las galerías con los dibujos, las máscaras, los cuadros, las pinturas y los trabajos que los pacientes van haciendo como parte de proceso de recuperación y sanación), que preferimos quedarnos en silencio escuchándolas y mirándolas. O mejor dicho admirándolas, porque esas cuatro maravillosas mujeres bien representaban a todos los que con tanto amor y entusiasmo hacen la diferencia en Oncología.
Por último, apuntamos que aún están en medio de un fuerte proceso de reformas. Y sobre el margen de nuestra hoja agregamos que “la buena noticia es que esa transformación primero aconteció en el plano interno, de ahí que abunde la calidad humana y el profundo respeto por los pacientes”.
Antes de partir sonreímos al caer en la cuenta de que Silvina De Sousa (quien también trabaja en el hospital como médica clínica) tenía razón, porque ella, hace un tiempo, nos había mencionado que en “Oncología están pasando un montón de cosas bien lindas, y muy humanas, que estaría bueno que más gente las conozca”.
Tal vez ni siquiera haga falta aclararlo, pero no es fácil estar de pie y poner el pecho en un lugar tan altamente sensible, en donde no siempre se ganan las batallas, y más de una vez hay que apelar a la imaginación para hacer que el llanto y la tristeza se transformen en una alegre sonrisa que encarne la esperanza. Por eso, desde Está Bueno, les brindamos nuestro más sentido aplauso, por ofrecer un servicio de excelencia, con tanta humanidad.
Lo reiteramos. La tarea que realizan no es fácil… pero afortunadamente es posible. Por eso, una vez que te enterás de todo lo que en el Hospital de Oncología hacen con tanta constancia, esfuerzo e hidalguía, cómo no vas a querer ayudar y sumar, si colaborando ya ganás por que le estás diciendo sí a la vida. Es tiempo de sumar y pasar a formar parte de esa hermosa comunión de seres humanos, bien sensibles y despiertos, que ponen alma y corazón para que la revolución del amor florezca.
P.D.: Acá te dejamos esta galería de imágenes, que bien refleja mucho de lo bueno que se hace en Oncología.
(Fotos: facebook del Hospital de Oncología + facebook de la Cooperadora + Tomás Pagano)
Lo que necesitan: Para quienes tengan ganas de colaborar con el Hospital de Oncología de manera voluntaria, les comentamos que por el momento, tiene dos necesidades puntuales. Se requiere la presencia de un jardinero para mantener los espacios verdes (que son de poco dimensión), y también nuevos equipo frío/calor para las salas que están reacondicionando.
Por otras parte, quienes sientan aportar materiales para el taller de arte, elementos de limpieza o ropa, lo mismo que si alguien quiere acercar alguna propuesta u ofrecerse para colaborar para eventos puntuales, para una mejor organización los interesados debe ponerse en contacto con Mariano Gioitta (Administrador), Lili Cooper, (integrante de la Cooperadora) o con Ornela Aylén Pérez (taller de Arte), llamando a los teléfonos (02284) 423790 ó 429514.
Otra forma de colaborar con el Hospital de Oncología: Una buena manera de sumar para que la Cooperadora pueda seguir aportando recursos al hospital es ayudando a difundir las actividades que realizan, y también comprando las entradas para los eventos que tienen programados.
P.D.1: También le pedimos a Ornela Aylén Pérez que nos escriba su sentir con respecto a «Puentes«, la iniciativa artística que tanta magia y color le aporta al Hospital de Oncología. Estas son sus sentidas palabras…
«Me llamo Ornela Perez, soy ante todo hija, nieta y hermana. Y es desde allí donde puedo partir siempre, desde los lazos de amor. El amor hacia mi abuela materna Bibiana, y el amor al arte son las bases que me impulsaron a desarrollar Puentes”.
«Particularmente pienso y creo fehacientemente que nuestras acciones son el espejo de lo que fuimos y somos, hasta en los más pequeños destellos. Yo soy todo lo que viví con ella. Soy el arte que desde pequeña me mostró, la pasión por el reciclado, que ahora también es mía. Soy la persona que la vio disfrutar pintando, bordando, modelando arcilla o remendando una media. Soy aquella que entendió que no era un hobby, que la mayoría de las veces no era necesidad, y se notaba en su rostro, en la forma que emplazaba sus obras de arte alrededor de toda su casa, por dentro, arriba, abajo y fuera, en el jardín, por todo el patio. La manera en que te contaba la historia de cada objeto reciclado como si hubiese ganado una batalla muy reñida contra el tiempo, que de hecho así fue».
«Como les conté, yo sabía que ella disfrutaba, que fue feliz creando y eso me educó el corazón y la mente: ¡Yo podía sentir que era cierto! A mí me pasaba lo mismo».
«Mi abuela para mí, siempre fue una sonrisa, pero hubo un tiempo en que brillar le costaba cada vez más. Luchó de la misma forma que lo hacía con aquellos objetos viejos y corroídos por la vida. Luchó años, y la admiro por eso. Durante ese tiempo podía ver lo bien que le hacia el arte, la creación de vida, de historias, de nuevas funciones o posibilidades».
«Yo siento y sé que el arte transforma, el alma, el cuerpo, la vida. Por eso, mi intención con Puentes es tan simple como el querer hacer que otras personas que atraviesan por la misma situación que mi abuela dejo atrás puedan sentirse bien, puedan experimentar sensaciones positivas a través del arte como lo hacia ella, como lo hago yo».
«Así que sí, de esto se trata Puentes, de dar amor a través del arte. Y fue en octubre del año pasado, cuando después de entregar el proyecto a los directivos del Hospital de Oncología `Luciano Fortabat´, los cuales me dieron libertad absoluta para desarrollar mi idea, que comencé a ir al Centro de Día para interactuar con los pacientes mientras se realizaban las quimioterapias. Hicimos varias actividades, trabajamos dentro del arte objeto, camuflamos conceptos y terminologías con la construcción de amuletos a los que ellos mismos le asignaban un poder como suerte, amor o protección y se llevaban para regalar al finalizar la quimio».
«El miércoles 9 de noviembre del 2016, a las 14 horas, se llevó a cabo el primer día de taller, las primeras 3 horas de Puentes. Ese día asistieron, haciendo frente a nuestros nervios, muchos pacientes, acompañantes y familiares que habían dejado hace poco de asistir diariamente al hospital. Entre todos, agregamos mesas y sillas, más y más al pasar las horas».
«Fue un lindo comienzo, no sólo por la cantidad de compañeros que se unieron al taller, sino porque al ver sus rostros, sus miradas expectantes, sus manos ansiosas por tomar un pincel, utilizar un color, al escuchar cómo entre todos dialogaban y no paraban de hacerlo de uno u otro tema, volví a caer en cuenta de cuán necesario son estos espacios. Mi sentimiento absoluto fue de felicidad, yo sentí y siento que le devuelvo a mi abuela mucho de lo lindo que me dio».
«Desde aquel día no paramos de vernos cada miércoles hasta que cerramos el año con una exposición colectiva de todas las obras que se realizaron en el Centro Cultural San José. La muestra se llevó a cabo con el objetivo de que otra gente pueda leer mensajes y diferentes historias, pero no sobre personas enfermas, sino sobre personas que aman, que luchan, que viven, que tienen sueños y que van a cumplirlos».
«Para seguir contando historias, para seguir compartiendo, riendo y transformando, este año vamos a continuar entre todos haciendo PUENTES«.
Eh sido pasiente y cooperador en lo que puedo…. Y la verdad que todos y todas son excelentes seres humanos y muy queridos…. Gracias por tanto…. Los quiero mucho!!!!