Honrar la vida en sus múltiples formas, ser amor en acción y volar con el corazón abierto, dejando que nuestra esencia más cristalina se exprese, requiere de mucho valor y un fuerte espíritu servicial que no tema a las situaciones adversas. Así es María Eva Ormazabal, por eso te la queremos presentar. Ella es extremadamente sensible, pero también muy aguerrida y batalladora. Se reconoce emprendedora, abundante y con coraje, y no duda a la hora de tomar decisiones fuertes si la ayudan a ganar en conciencia, sabiduría y fluidez. Te invitamos a descubrir su mundo interno y a conocer el origen de su radiante sonrisa.
Eva es una de los tantas mujeres que en Olavarría pulsa por una nueva conciencia, para que logremos alcanzar la masa crítica que a todos nos permita vibrar de una forma más humanizada y en perfecta sintonía con la naturaleza, por eso sentimos que era tiempo de que más gente la pueda conocer, porque ella inspira a ir en la búsqueda del propósito que le da sentido a nuestro paso por este mundo.
En lo que respecta a su formación, Eva es facilitadora de Pedagogía 3000, diseñadora en Permacultura, facilitadora de Biodanza y Diseñadora en Comunicación Visual. Y en lo vinculado al terreno laboral, brinda talleres, también da clases de diseño en la UNICEN y trabaja en la sede local del Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable.
Como teníamos ganas de charlar largo y tendido para conocerla más en profundidad, fuimos hasta su casa, ubicada en el barrio Bancario, que constituye un hermoso remanso en donde la armonía, la calidez y la belleza están presentes hasta en el termotanque de su cocina, que luce un radiante mandala en cuyo centro hay un corazón.
Mate de por medio, con distintas hierbas aromáticas que le daban al agua un sabor muy especial, comenzamos indagando sobre su infancia: “Mi registro de chica es haber sido una niña inquieta y curiosa. Siempre fui una buscadora extremadamente sensible. Por eso creo que siempre mi búsqueda fue cómo lograr reconectarme con esa sensibilidad, porque es difícil ser sensible en este mundo”, indicó.
Esa búsqueda de reconexión con su sensibilidad la llevó a emprender un hermoso camino que hoy le permite sonreír constantemente y sentirse plena. “Mi camino de búsqueda hizo un click cuando a los treinta y pico de años un amigo se mató por viajar apurado. Esa situación me llevó a replantearme cómo podía ser que nosotros vivamos una vida tan acelerada, yendo de un lado para el otro, y que la vida fuese sólo eso. Y así fue como emprendí mi propio camino de búsqueda porque intuía que debía haber algo más, y ese algo más lo encontré cuando llegué a biodanza, donde descubrí la unidad y aprendí que todos somos parte de algo mayor. Así que dije: `Por acá va´, y emprendí en mi vida diferentes cambios que hicieron que ya no pudiese sostener aquello que no resonaba con mi vibración”.
Alinearse con su esencia la llevó no sólo a profundizar en biodanza, también hizo que estudiara permacultura y tomara la difícil decisión de separarse de su marido. “El camino espiritual que emprendí también me llevó a participar de ceremonias con plantas sagradas, temazcales, respiración holotrópica, talleres de biodanza y permacultura… hice de todo. Y en cada cosa que emprendí me fui encontrando con diferentes aspectos míos que tenía que sanar”.
Interrumpimos su relato para decirle si nos podía explicar qué entendía ella por “camino espiritual”, ya que muchas veces se lo asocia con lo religioso: “La gente siegue pensado que lo espiritual es igual a religión, cuando en realidad lo espiritual es la búsqueda del ser, es el querer encontrar respuestas a las preguntas existenciales vinculadas con quién soy, para qué viene a la Tierra y cuál es mi propósito. Eso era lo que yo estaba buscando”.
“En esa búsqueda comprendí que hay un árbol que te sostiene, que es todo tu linaje -destacó-. Y a hasta que vos no limpies ese árbol, difícilmente puedas estar presente aquí y ahora, centrado en tu ser. Afortunadamente ahora hay muchas herramientas, como memoria celular, biodanza, biodecodificación y constelaciones familiares, por citar algunos ejemplos, que ayudan a realizar esa limpieza, que permite diferenciar qué cosas corresponden a los mandatos y los programas familiares, cuáles son las cosas que a otros integrantes del árbol familiar le sirvieron pero que a mí ya no me sirven, etc. Editar con conciencia cada paso fue un trabajo enorme, y en muchos aspectos también muy dolorosos, porque te lleva a ir tomando decisiones fuertes”.
“En la medida en que uno va limpiando todo lo que ya no le sirve o no les es funcional, también van apareciendo situaciones y personas nuevas, como fue el caso de Noemí Paymal, que un día se presentó en mi casa y me dijo que me esperaba en la Isla del Sol, en Bolivia, para que sea facilitadora de Pedagogía 3000. Yo por ese entonces no tenía pensado ser facilitadora, pero haber ido a la Isla del Sol fue un gran salto en mi vida, porque cuando volví yo ya no era la misma y me llevó a vivir lo que defino como la noche oscura de mi alma, que me llevó a dejar a quién era mi amor. También dejé mi lugar y solté un montón de cosas para poder seguir avanzando, ya que para ese entonces ya era consciente de qué era lo que había venido a hacer y no quería perder más tiempo”, relató.
Eva tiene muy arraigado que todos estamos interconectados y que formamos parte de diferentes sistemas que se entrelazan. Esa conciencia de unidad es la que hoy la lleva a pulsar por una educación que ponga la vida en el centro y honra a la Madre Tierra sembrando valores que nos ayuden a gestar una nueva humanidad.
“Lo que vine a hacer lo comprendí por medio de una nena de los pueblos originarios de México, que habló frente a un auditorio colmado. Escuchándola tomé conciencia de que los niños de la nueva humanidad ya están en la Tierra, y que nosotros, los más grandes, lo que tenemos que hacer es facilitar los caminos para que ellos puedan ser. Nuestra tarea es ayudar a fortalecer ese nuevo paradigma, esa nueva conciencia. Nosotros vinimos a limpiarles el camino a esos niños, porque lo que nos pasó a nosotros es que de chicos también éramos así, chicos sensibles, kinestésicos y traíamos información, pero nuestras familias, el sistema educativo y la sociedad nos fueron encapsulando, porque el terreno todavía no estaba preparado. Ahora nosotros tenemos que habilitar ese suelo para que esos niños puedan florecer. De ahí que lo que nosotros vinimos a hacer es ayudar a despertar, a decirle a la gente que miren a los niños a los ojos y que los escuchen, porque ellos traen información. De ahí que parte de nuestra tarea sea propiciar espacios donde la gente pueda conectarse con su corazón”, enfatizó.
“Yo siento que mi propósito personal es ese, ayudar a conectar con el corazón y hablar desde el corazón. Por eso en todas los talleres que voy haciendo la gente me dice lo mismo, que cuando hablo les bajo al corazón”, dijo sonriendo.
“Nosotros tenemos que ayudar a habilitar ese nuevo camino porque la nueva humanidad ya está, ya no hay que hacer más nada. Sólo tenemos que aprender a respetar a estos nenes, por eso hay que dejar de tironearlos de los brazos, hay que dejar de decirles `esto es una pavada´ o `eso que viste no existe´, porque ellos ven, siente y escuchan cosas que a veces nosotros todavía no estamos preparados para ver”, expresó.
Aprovechando su sinceridad a la hora de hablar, quisimos saber qué cosas sentía que había aprendido en su camino de vida. “Mirando toda mi vida siento que lo que más aprendí es que todo lo que viene a nuestras vidas es como un programa que viene para que resolvamos algo -explicó-. Por eso, si vos tenés una pareja violenta, por ejemplo, tu programa a resolver es la violencia, y eso está en vos, no está en el otro. Cada situación que te tocan vivir, ya sea de pareja, hijos, relaciones laborales, etc. viene a enseñarte algo, que puede ser cómo aprender a amar incondicionalmente y tener misericordia, por ejemplo. La clave está en reconocer que el otro es un maestro, no es un adversario o un enemigo”.
“A modo de ejemplo de esto que te digo, te cuento que en agosto del 2008 viajé a Merlo, en San Luis, junto al papá de mis hijos. Yo quería volar en parapente y todos los días, por diversos motivos, el instructor me llamaba y me decía: `Hoy no, hoy no´. Y un día me llamó y me dijo: `¿Eva, estás lista? Hoy volamos´. Mi marido me llevó hasta el borde de la montaña donde habitaban los indios Comechingones y desde ahí volé en parapente. Cuando me tiré sentí que había llegado mi momento de volar. Sentí también que ese era como mi gran salto cuántico al vacío y que sólo tenía que confiar porque todo iba a estar bien. Ese día justo fue el 8 del 8 del 2008, y en ese viaje decidí, junto con quien era mi marido, separarme. Te cuento esto porque yo di el gran salto, pero quien me llevó hasta la cima fue quien hasta en ese entonces era mi marido, quien fue un gran maestro para mí. Por eso tenemos que agradecerles a todas las personas que pasan por nuestra vida, porque están diseñadas para estar ahí y enseñarte algo, y hay que honrarlos porque son altos maestros, así como vos también sos maestro del otro. Ese fue mi gran aprendizaje, reconocer que todas las personas que cruzan nuestro camino son maestras”.
Con respecto a cómo ve el futuro, Eva es muy optimista. Recordó que “hace unos años vi un video de CASA (Consejo de Asentamiento Sustentable de América), que está en vinculación con GEN (Global Ecovillage Network), que es la red mundial de ecoaldeas. En ese video mostraban cómo se están conformando en américa muchos espacios, que son como pequeñas células de asentamientos sustentables, conformados por comunidades de conciencia, ecoaldeas, ecovillas, ecobarrios, sitios de permacultura, etc. Ver eso me emocionó, porque me di cuenta de que se están gestando pequeñas células en la sociedad, células que están ensayando otras de formas de vida más conectadas con el ser y más integradas con la naturaleza. Y como somos un organismo vivo, todas esas células están irradiando una información de tal magnitud que ni nos damos cuenta, y en algún momento toda esa información se va a ir multiplicando, porque por cada uno que despierta hay diez más que también lo hacen. Por todo esto que te cuento, y también por mucho de lo que me toca vivir, soy muy optimista, y siento que en un futuro cercano la humanidad irá despertando cada vez más y se conformarán nuevas células, porque la gente necesita vivir en comunidad”.
Para reforzar sus dicho, Eva también nos contó que “hace un año, del Instituto Ná Lu´um, me pidieron que represente a la Argentina en ese consejo, y me pareció algo muy fuerte porque fue algo que no pedí y vino a mí. Estando en ese consejo y aprendiendo sociocracia, que es una nueva forma de gobernanza que es impresionante, vi nuevas formas de vida en comunidad que también me hacen sentir que se está gestando un gran cambio. Además, cuando doy talleres de permacultura veo que lo que realmente le impacta a la gente no es el conocimiento sobre cómo hacer una huerta o lo que tiene que ver con la permacultura en general, sino el hecho el hecho de tomarse de las manos, mirarse a los ojos, poder compartir desde el corazón, formar redes y sentirse como hermanos haciendo una vida comunitaria. Siento que ya estamos en eso y que cada vez vamos más hacia esa dirección, yo estoy super esperanzada en todo eso”.
Al ver que nos quedamos gratamente sorprendidos por su mirada tan esperanzadora sobre el futuro, Eva sonrío y dijo: “Yo tengo la `Teoría Compost´. En líneas generales, a simple vista parece que la humanidad es un gran caos, porque junto con los desastres climáticos se mezclan escenas de violencia, basura, muerte, enfermedades, etc., es como si estuviese todo mal. Pero esa es una mirada superficial, debajo de todo eso hay millones de microorganismo que son mínimos y nadie los ve, pero están transformando todo eso en tierra fértil. Esto ya es tierra fértil, te lo digo porque por donde voy veo el cambio. A diario me encuentro con gente que nunca creyó en nada y de repente está haciendo constelaciones familiares o respiración holotrópica, por darte un par de ejemplos, y entendió que hay una energía que nos habita y que somos un sistema, y se vuelven conscientes de que con cada cosa que hacemos movemos todo el entramado”.
“Los tiempos van cambiando -remarcó-. Hace diez años atrás hacíamos un temazcal y nos decían que éramos unos loquitos. Ahora decís `temazcal´ y la mayoría de la gente conoce de lo que estás hablando. Por eso yo siempre les digo a mis hijos Bautista (de 13 años) y Pilar (de 15) que yo tengo el privilegio de poder hacer una ronda y danzar, y que no me vengan a matar o torturar por eso. Estamos en una época en donde todos dicen que es terrible, pero en mi caso siento que se trata de una época maravillosa, porque podemos hacer y decir un montón de cosas en un contexto de libertad”.
Como en la medida en que escuchábamos a Eva notamos que en su living había varios adornos y objetos que tenían pintado un corazón, le preguntamos sobre el grado de importancia que en su vida tiene la energía femenina y sobre la importancia de centrarse en el corazón. “Estamos acá para aprender y plasmar la energía divina, que es amor y conciencia. Estamos para eso. Sé que hay seres superiores que nos están cuidando porque los he visto, y que están ahí, protegiéndonos, porque somos parte de otro sistema mayor, y por lo tanto si la Tierra se desequilibra, también lo hace el sistema galáctico mayor del que formamos parte. Nosotros somos un micro sistema de un gran sistema. Sé que todo eso es real pero no profundizo mucho en todo ese tema, porque para mí en este momento lo importante pasa por otro lado”, sostuvo.
“Una vez un señor en Capilla del Monte me dijo algo muy sabio, ya que me explicó que había muchas teorías sobre conspiraciones, seres de otras dimensiones y demás, pero que lo importante era que siga mi corazón, porque sólo mi corazón sabe cuál es mi camino. Y eso es lo que yo siempre hago, sigo mi corazón. Fluyo con todo lo que me inspira amor y buena energía, por eso siempre sostengo que si las cosas que uno hace se abren, son dinámicas y fluidas, y todo se va dando, es por ahí que hay que hay que seguir”.
“La energía femenina es algo muy poderoso que se está despertando ahora, y lo que estamos necesitando es que se despierten los hombres, porque las mujeres que han despertado han retomado su poder”, destacó.
También dijo que “el hombre tiene que despertar su energía yin (energía femenina) vinculada a la contención, las emociones, la creatividad, etc. porque cuando la mujer despierta y se empodera se queda prácticamente sola, porque no hay hombres que quieran acompañarte, dado que les espejás todas su miserias, su agujeros y sus inseguridades. Por eso ahora el gran desafío es cómo ensamblamos lo masculino y lo femenino, de ahí que en biodanza trabajemos mucho la inteligencia emocional, porque eso es algo que la gente necesita para estar en equilibrio”.
“Por momentos soy muy intelectual -resaltó-, pues vengo de una familia en donde la razón y la ciencia tienen mucho peso, pero siento que cuando uno habla con emoción, sintiendo realmente lo que está diciendo, eso tiene un poder atractor enorme. Cuando vos hablás desde la cabeza se nota, porque desde la cabeza decimos un montón de cosas que ni siquiera son nuestras, y lo que importa es qué es lo que te pasa a vos, qué es lo que te mueve, lo que sentís”.
Luego de que hizo una breve pausa para acomodar el mate, le preguntamos “¿qué cosas son importantes en su vida?”. Eva alzó la vista, se tomó unos segundos y dijo con voz sentida: “En mi vida son importantes mis hijos, que son como pequeños fractales de uno mismo, donde podés reflejarte para ver cómo vas creciendo, sanando, qué valores alimentás o qué estás construyendo. También siento que es importante conectar con mi ser, cumplir con mi propósito de vida y trabajar por un despertar de conciencia. Para mí eso es importante, por eso si cada uno de nosotros pudiese hacer su aporte de conciencia, desde su lugar, el cambio en el planeta se daría en una sola generación”.
“Además de la familia, también son importantes los amigos, el arte, el amor y el círculo -agregó-. Para mí el círculo es sagrado, es como lo que me representa. Tomarse de la mano y hacer un círculo es la plasmación de lo que estamos haciendo en este plano, que es volver a reunirnos y religarnos de manera consciente”, agregó.
“El arte es vibración -continuó-, por eso también lo destaco como algo importante en mi vida, ya que en permacultura, en las huertas, se suelen colgar ojitos de Dios y mandalas, porque esa vibración atrae otras energías. En mi casa, en la parte de adelante hice una huerta, y la primera isla, donde puse un mandala que me regaló una amiga, fue el primer lugar que me empezó a dar alimento, porque el arte es atractor y le deberíamos dar la jerarquía que realmente tiene, porque es la manifestación de uno mismo. El color es también muy importante, porque los colores son vibraciones al igual que nosotros, que en esencia somos luz”.
Por otra parte, con respecto a qué cosas le resultan difíciles, mencionó que “lo más difícil en mi vida es, y sigue siéndolo, saltar los juicios sociales y los mandatos familiares. Para quienes venimos de familias que son reconocidas socialmente es dificilísimo salirte de esa matriz y animarte a hacer otra cosa, porque es como que vos venís en un molde dentro del cual tenés que seguir. Salir de esa matriz ha sido una de las cosas más difíciles de mi vida. Y otra de las cosas difíciles en mi proceso de cambio y evolución fue soltar desde el amor incondicional, dejando ir a personas, situaciones y lugares que ya no estaban en mi misma sintonía”.
“La transición pude hacerla por medio de la fe y la espiritualidad -expresó-. Cuando me ha tocado tomar decisiones fuertes en mi vida, hay algo adentro mío que me dice: `Confiá Eva, que lo que viene por delante es mucho mejor. Confiá en que este es el camino, ésta es la forma, vas bien´. No podría decirte que esa sea como una voz interior, sino como un pensamiento que escucho que dice: `Estás cuidada, estás protegida, estás asistida, confiá´. A eso yo lo llamo fe en que hay algo superior que me va guiando y que me va llevando por el camino de lo que yo vine a hacer. Por eso siento que si cada uno de nosotros realmente se conectara con su ser y todos pudiésemos escuchar nuestro propósito de vida e ir cumpliéndolo, el planeta sería otro”.
Siguiendo el hilo de su sentir, le preguntamos “¿qué le gustaría ver en Olavarría”. “Me encantaría ver a una Olavarría que va despertando en conciencia, en acciones solidarias, en ferias agroecológicas, en huertas comunitarias, en permacultura y en arte. Me acuerdo que el anteaño pasado celebramos el Día de la Conciencia con un evento en Parque Norte, y yo estaba feliz porque había gente que había hecho un domo, otros estaban haciendo yoga, otros tocando el diyeridú, también había gente haciendo biodanza, meditación, compost, reconocimiento de malezas comestibles… éramos un montón de personas que estábamos pulsando por un cambio de conciencia, cada uno desde su lugar, pero todos juntos. Eso para mí fue maravilloso, porque me hizo sentir que todos estamos despertando y vamos logrando el cambio de conciencia que queremos ver en el mundo”.
Como en la medida en que cada uno despierta a donde va se mueve siendo fiel a su esencia, en su paso por la función pública Eva también hizo otros aportes el cambio. “Al estar trabajando en la gestión pública, dentro de Medio Ambiente he logrado infiltrar toda esta movida, por eso en el Día del Medio Ambiente hicimos que se abra el evento con 600 niños haciendo biodanza con conciencia, sabiendo que estaban danzando por la Tierra, y luego hacieron silencio para escucharla. Eso fue un flash, fue una de las experiencias más movilizadoras de mi vida, porque hacer eso es abrir un gran vórtice de energía que promueve la conciencia y nos hace sentir que somos células de algo mayor”, sostuvo.
«¿Por dónde pasan las soluciones a los constates conflictos que como humanidad vivimos?” le preguntamos. “Creo que la educación biocéntrica sería la solución a la violencia, porque la educación biocéntrica significa la vida al centro. Nosotros vivimos en una cultura antivida, donde lo que está al centro es la muerte, cuando en realidad todo lo que existe, ya sea una roca, un insecto o un ser humano, es una manifestación de vida”.
Al ver que nuestros gestos evidenciaban que no comprendíamos del todo lo que nos estaba diciendo, Eva agregó: “Como ejemplo de cultura antivida podría ser la celebración de un cumpleaños en un pelotero, donde todo es caos, ruidos, todos corren, se golpean, comen en exceso, se generan relaciones humanas tóxicas y nadie registra al cumpleañero. Eso es la muerte al centro, porque movernos así nos hace mal, ya que nos llena de estrés y de violencia, y el nene que cumple años no está al centro en ningún momento. No hay espacio para decirle que lo honramos, que lo amamos. Todo lo que no conduce al disfrute, al placer, a las ganas de vivir y a la armonía es antivida”.
“Hoy la escuela es antivida, porque te ponen dentro de un cuadrado (aulas) y no hay nada, nada, nada en el universo que sea cuadrado. Todo tiene curvas. Los cuadrados se usan cuando se quiere estancar la energía. También es antivida cuando al chico se le dice `quédate quieto´, porque en el Universo no hay nada que esté quieto. Por eso la educación biocéntrica lo que planeta es que la vida debe estar al centro junto con el ser, en toda su dimensión, y eso no sólo implica el aspecto cognitivo, sino también la faceta social, psicológica, emocional y espiritual, porque tenemos una anatomía física y una anatomía energética, y eso es algo que no enseñamos. Por eso aplicar la educación biocéntrica en las escuelas sería algo así como volver a respirar aire puro, donde todos podamos hacer una ronda, tomándonos de las manos, y aplicando la escucha activa. Resumiendo, la educación biocéntrica es una educación basada en el valor de la vida, que implica, entre otras cosas, la escucha, la empatía, la ternura, el trabajo en equipo, el amor, el contacto, el vínculo y la sanación emocional, porque hoy no preparamos a los chicos para ser inteligentes emocionalmente”.
“Siempre está bueno recolectar la voz de los chicos, además ellos tiene el don de cambiar la energía cuando hablan desde el corazón, por eso siempre digo que aprendamos escuchando a los chicos, porque ellos son los portadores de la información. Nosotros estamos sanando nuestros linajes y todas las cargas ancestrales que traemos, por eso insisto en que les demos la voz a ellos”, recalcó.
“Hoy los chicos están padeciendo la educación, por eso me alegro al ver los cambios que a nivel educativo se están produciendo. Recuerdo que cuando empecé permacultura hablaban de Pedagogía 3000, de las escuelas Waldorf, Montessori y las escuelas vivas basadas en otra educación, y yo decía: `Estos son locos, qué van a hacer una educación aparte de la pública y gratuita, con la educación que tenemos nosotros´. Y 5 años más tarde todo dio un giro y ahora, tal como lo refleja la red Reevo, hay millones de emprendimientos por todo el mundo, en su mayoría creados por los mismos papás que no quieren que sus hijos se escolaricen en un sistema violento, jerárquico y discriminador. Por eso creo que la escuela tiene que seguir siendo pública y gratuita, pero tiene que cambiar para adaptarse a la nueva realidad que viven los chicos”, mencionó.
“La educación biocéntrica y la permacultura van de la mano -explicó- porque la ética de la permacultura habla de tres principios básico: el cuidado de las personas, el cuidado de la naturaleza y de todos sus componentes, y la equidad, porque todo lo que tengo es para todos. Eso habla del cuidado de todo cuanto existe, y ese cuidado de la vida tiene que ver con lo biocéntrico, por eso la educación biocéntrica y la permacultura comparten un mismo tronco, que es la vida al centro, y todo cuando hacemos es por eso y para eso, para preservar la vida”.
Así como tiene muy presente la importancia de vibrar en armonía, ser conscientes y permanecer centrados en la luz del corazón, Eva también resalta el valor de reconocer que todo en la vida forma parte de un sistema, el cual es parte, al mismo tiempo, de un sistema aún mayor. “Permacultura es el diseño de un sistema. Biodanza es trabajar con un sistema y sanar ese sistema, y Pedagogía 3000, por su parte, implica ser consciente de un sistema educativo. Todos nos movemos dentro de sistemas, que al mismo tiempo forman parte de otros sistemas aún más grandes y complejos, porque todos es Uno”, mencionó.
Y en ese sentido, también agregó: “Hace unos años, cuando salí de hacer un temazcal, me recosté debajo de una planta y de pronto vi que nosotros somos hojas de un mismo árbol. Algunas hojas están más arriba, otras son más vistosas, más grandes o llamativas, pero a todas las recorre la misma savia, y a todas las ramas las sostiene un mismo tronco, y nos nutre una misma raíz. Ahí entendí que todos nosotros somos un sistema y que todos pertenecemos a un mismo entramado. Ese día entendí que si todos comprendiéramos la importancia de sentirnos parte de un mismo sistema no creeríamos que tirar un papel en la calle no tiene importancia o ir manejando e insultar es intrascendente, porque dentro de un sistema cada pequeña acción modifica todo, porque todo está entrelazado”.
“En permacultura, en la parte de agricultura natural de Fukuoka, se habla de Wu-Wei del Tao, que muchos lo traducen como el no hacer, pero que en realidad consiste en sentir esa energía que te acompaña y te lleva sin esfuerzo ni tener que hacer intervenciones. El Wu-Wei implica dejarte conducir con conciencia”, comentó.
La sentimos tan feliz hablando que quisimos saber si tenía algún sueño por realizar y si en el corto plazo tenía algo pendiente. “La biodanza te abre hacia cosas que hemos olvidado, por eso un día, danzando, me acordé de cuando tenía 5 años y tuve bien presente el lugar, la posición en la que estaba y el momento en que me pregunté qué había venido a hacer a este planeta. Acordarme de eso fue fuerte, porque me hizo tomar conciencia de que, al igual que todos, había venido para hacer algo. El sueño de mi vida es tener un espacio educativo, abierto y comunitario, donde la gente de todas las edades, desde los más chiquitos hasta los más ancianos, pueda venir a aprender. Sería tipo como una escuela de vida, en un medio natural. Ese es el sueño de mi vida”.
Con respecto a lo que aún tiene pendiente, dijo: “Yo soy valiente y me siento una mujer corajuda, de hecho coraje significa ir con el corazón adelante, también tengo la facilidad de conectar gente y espacios, y tengo amigos en todo el mundo, por eso lo que aún tengo pendiente es salir al mundo llevando un mensaje para ir activando en diferentes lados. Pero para hacer realidad ese anhelo estoy esperando que mis hijos crezcan y tengan su propio vuelo. A partir de ahí comenzará mi tiempo de compartir todo lo que aprendí, que primero pasó por mi cuerpo y también por mi alma”.
Parte de ese mensaje que Eva tiene para dar se relaciona con la importancia de ayudar a religar. “Volver a la reconexión con la tierra no es volver a lo viejo ni tampoco es volver a vivir como indios, sino que es retomar viejos saberes ancestrales de los pueblos originarios, pero incorporando las nuevas tecnologías, que también sirven como herramientas de conciencia”, dijo a modo de adelanto con respecto a la tarea que siente que pronto emprenderá, la cual también se verá plasmada en su próximo libro -titulado “Que el corazón nuble la razón”-, donde compartirá sus aprendizajes de vida.
Ya habíamos charlado un montón, y teníamos el corazón lleno de hermosas vibraciones, por eso sentimos que era tiempo de despedirnos para sentarnos a escribir una nueva historia que hablaría sobre el empuje de una vibrante y feliz mujer, que no teme a la hora de decir sus verdades, porque no se tratan de conocimientos prestados sino de aleccionadoras vivencias que abrazaron su cuerpo y avivaron la llama de su espíritu.
Ahora sabés que María Eva Ormazabal honrar la vida en sus múltiples formas y vuela con el corazón abierto, dejando que su esencia más cristalina se exprese en todo lo que hace para ayudar a infiltrar una nueva conciencia que se nutre del amor.
A nuestro modo te llevamos hacia su mundo interno. Queríamos que sepas que desde Olavarría ella está pulsando por una nueva humanidad, y que si siempre la ves sonriendo no es porque haya tenido un camino fácil de recorrer, sino porque eligió transitarlo con sabiduría, coraje, armonía y fluidez. Bendita sea su radiante sonrisa, porque refleja la luz de un nuevo y esperado amanecer, que a todos nos encontrará unidos y despiertos, sintiendo que latimos dentro de una misma gran trama que nos hermana, nos contiene y nos ayuda a florecer : )
(Fotos: Tomás Pagano + facebook de María Eva Ormazabal)