Un folklorista de pura cepa

Un folklorista de pura cepa

“El folklore es pueblo, el folklore es raíz”, así define su música José Lucero Pedraz un sierrachiquense de cuna que no sólo es un maestro a la hora de cantar y rasguear su guitarra, también es de los tipos que merecen ser escuchados por su don de gente y por su gran humanidad. Por eso hoy queremos presentarte a este gran folklorista de pura cepa, que también le compuso varias canciones a destacados personajes de nuestra ciudad. Si no lo conocías, te invitamos a descubrirlo. Y si tenés la suerte de conocerlo, Está Bueno que lo vuelvas a disfrutar : )

Dado el poder comunicacional de la televisión, puede que muchos conozcan a José Lucero Pedraz de haberlo visto por Canal 13 acompañando con su mágica guitarra a Ramiro Hittaller, en el programa “Soñando por Cantar”. Sin embargo ese fue tan sólo uno de los tantos hitos en la larga historia musical de este verdadero artista, que ya lleva más de cuarenta años vinculado al folklore.

Lo invitamos a tomar un café para que nos cuente su historia, pues había muchas cosas por charlar, ya que entre otras cosas Pedraz es el alma mater de la famosa peña “La Galponera”, que durante varios años fue el referente indiscutido del folklore local, y recientemente fue declarado “Ciudadano Ilustre de Olavarría” por el Concejo Deliberante.

Como le gusta ser puntual, a la hora pautada ya estaba ahí luciendo en el primer cruce de palabras su bonachona sonrisa. En su mano tenía un sobre con lo que le habíamos pedido, las letras de las canciones que le compuso a varios olavarrienses, ya que queríamos que todos las pudiesen conocer. Sabíamos que estábamos frente a un hombre en cuyas venas el folklore vibra con suma pasión, por eso quisimos comenzar la entrevista sabiendo qué fue lo que lo inspiró a tocar la guitarra y salir a cantar desde muy chico.

“Mi primer contacto con la música fue mi mamá, que se llamaba María Josefa Pedraz. A ella le encantaba la música y era de cantaba en casa. Yo era muy chico, pero recuerdo que mientras ella lavaba la ropa sobre una tabla de madera, en un patio de tierra, a la sombra de un árbol, cantaba y lo hacía muy bien”, dijo José. Y mientras su rostro se llenó de alegría al recordarla, se puso a cantarnos una cuenca, de Margarita Palacios, tal y como lo hacía su madre: `Cuando yo era changuito, señora las gallinas, las gallinas me picaban y ahora que ya soy mocito, señora las gallinas, las gallinas me las pagan´. Y el estribillo decía: `Si tu mujer es celosa, dale a comer mazamorra, y si te sigue celando, seguile mazamorreando´ ”.

Es imposible reflejar con palabras la calidez de tu tono y la hermosa sonrisa que acompañaba su canto. Además, mientras José le daba vida a la canción, sus manos tamborilleaban en la mesa, revelando que todo su cuerpo baila cuando se enciende su voz.

“Mi mamá me contaba que cuando yo era muy chiquito en Sierra Chica se hacían las romerías en la pista que había en el fondo del club, y más de una vez me caí al tropezar con las vías que había hace muchos años pasando el Penal, cuando con tan sólo cinco años volvía a mi casa bailando. De esas cosas casi no tengo recuerdos porque era muy chico, pero te las comento porque me preguntaste sobre los primeros contactos que tuve con la música, y fueron esos: mi mamá y las romerías en Sierra Chica”, indicó.

A José Lucero la música siempre le gustó, sin embargo hubo un hecho de la infancia que selló su destino de guitarrista. “Un día mi padrino, que era mi tío Vicente, me regaló a los 8 años una guitarra de juguete, que era grande, pero tenía las cuerdas de verdad para que sonara mejor, y a partir de ahí ya me entusiasmé con querer aprender a tocar, y digo sólo tocar porque creo que cantar ya me gustaba desde siempre. Luego, cuando yo tenía 10 años, mi tío Luis Américo Lucero me regaló para Reyes una guitarra de verdad. Esa es una guitarra que todavía conservo en una funda de lienzo marrón, porque es el recuerdo más preciado de mi infancia. No te imaginás la emoción que sentí cuando ese 6 de enero me levanté y vi la guitarra sobre mi alpargata. Aún hoy cuando rememoro ese momento siento la misma emoción”, dijo sonriendo.

“Lo primero que hice fui ir en la búsqueda del profesor de guitarra que había en Sierra Chica, que se llamaba Héctor Justo, quien además de trabajar en el Penal enseñaba a tocar. Sin embargo, ni bien me vio, por más que yo había dado vueltas las cuerdas como me habían aconsejado, me dijo que no me podía enseñar porque yo era zurdo para tocar. Imaginate cómo me puse. Volví a mi casa y le dije a mi mamá que nunca iba a poder tocar la guitarra, pero mi madre me dijo que no me preocupara porque seguramente habría alguna manera de que pudiese hacerlo”, rememoró.

Su madre tenía razón. “Pasó el tiempo, y como a mí la música me gustaba, a los 14 años empecé a tocar el bombo y a cantar con el grupo de folklore `Los de la Sierra´, que estaba integrado por Martín Pérez, quien luego terminó siendo mi maestro de guitarra, José `Pepe´ Arillo y `El Quero´ González. Lo gracioso es que ese bombo que tocaba era de la hinchada de Sierra Chica, que a mí me lo prestaba Tito González, que era el suegro de Martín Pérez. Incluso recuerdo que el bombo tenía la correa color azul, como la banda de Sierra. Éramos un grupo de folclore”.

Si bien en sus comienzos musicales José tocaba el bombo, nunca renunció al sueño de poder tocar la guitarra. “Lo que hacía cuando nos juntábamos a ensayar, con `Los de la Sierra´, era llevarme también la guitarra que me habían regalado mi tío para Reyes y miraba cómo ponían los tonos, y de ese modo fui poniendo mis primeros tonos yo solo, y así fui haciendo los primeros ritmos. Aunque yo creo que esta mano izquierda ya nació con ritmo, porque recuerdo que al pupitre de la escuela lo usaba tipo bombo, al punto de que la maestra yo no se daba vuelta, simplemente decía: `¡Lucerooo!´, porque sabía que era yo el que hacía las zambas y todas esas cosas, pero sobre todo chacareras”, recordó.

La espera rindió sus frutos. “Cuando el cuarteto vocal se disolvió, le pedí a Martín Pérez que me enseñara a tocar la guitarra y el aceptó. Así que todos los días iba infaltablemente a tomar clases. Ya de grande le pregunté una vez a Martín: ¿Cómo fue que nunca te cansaste y me echaste? Y él me respondió: “Nunca te dije nada porque eras de aprender y aprender, era algo increíble”. Yo llegaba de tomar clases con él y mi mamá me esperaba con la comida caliente. Sin embargo le decía `para mamá, pará´, y me iba rápido hasta mi pieza y me ponía a tocar todo lo que ese día había aprendido. Lo repasaba para no olvidármelo, porque en ese tiempo era todo a ojo y oído, nada más, porque no había forma de grabar lo que se hacía. De esa manera, iba a la clase del día siguiente con todo aprendido”, mencionó.

Eran tantas sus ganas de aprender a tocar la guitarra que ni el mal tiempo lo frenaba (ver recuadro aparte, titulado “Un aprendiz incansable”). Días tras día fue aprendiendo con Martín Pérez, hasta que llegó el momento en que a los 17 años decidió presentarse en un concurso que se realizó en el Club Ferro de Olavarría. “Había una agrupación que se llamaba `Folkloreando con los nuestros´ que hizo un concurso para buscar nuevos valores. Recuerdo que esa fue la primera vez que canté en un escenario. Me temblaba todo, encima para tocar puse el pie arriba de una banqueta de piano que era móvil, así que no me quiero imaginar cómo habré cantado. Creo que en ese concurso salí tercero o cuarto, sin embargo igual pasé a integrar Folkloreando, donde además también bailaba folklore. Así empecé a andar mi camino, y a los 18 años fuimos a tocar al festival mayor de Cosquín. En realidad fuimos dos veces, en el año 70 y el 71, lo hicimos como una delegación de Olavarría que representaba a la provincia de Buenos Aires. Con Folkloreando también cantábamos en los diferentes festivales y peñas que se hacían en Olavarría y la zona”

Como vivir de la música no era fácil, José recuerda que “en esa época trabajaba en la cantera de Sierra Chica como picapedrero y también hacía una que otra changuita, pero mi idea era poder irme con la música a todas partes”.

Luego llegó el tiempo del servicio militar, así que dejó de formar parte del grupo musical y decidió que también ya era tiempo de dejar de bailar. “Por más que me encanta la danza, dejé de bailar porque sentía que eso me estorbaba a la hora de cantar -subrayó-. Yo quería ser cantor, no bailarín. Así que ni bien terminé la colimba me fui a vivir a Buenos Aires y arranqué mi carrera como cantautor”.

Peñas y lugares en donde había tango y folklore dieron vida a un circuito musical porteño en donde José Lucero desplegaba su arte. “En esa época al principio había que salir a golpear puertas y el boca a boca ayudaba a conseguir nuevas oportunidades. De todos modos había un tipo que oficiaba de representantes de varios músicos, y la verdad es que él chupaba whisky a costillas nuestras. Y así, una vez que entrás en el camino de la noche en Buenos Aires, entre boliche y boliche, te vas haciendo conocido en el circuito y todo se va haciendo más fácil”.

La noche de Buenos Aires lo cobijó durante diez años. “Es complicadísimo ese estilo de vida si uno tiene familia, pero en esa época yo era soltero. En el año 77 también fui a tocar a la parte sur de Brasil con el grupo `Frontera Sur´, que era de gente de Azul. Estando allá se sumó un grupo de tango de Buenos Aires, y bajo la coordinación del representante del famoso cantante Roberto Carlos estuvimos tocando casi un mes en un teatrazo de Curitiba, que se llamaba Guaíra. Nunca había estado en un teatro así, ahí había tocado Astor Piazzolla y habían pasado `Los Andariegos´ entre otros famosos. Era un teatro que tenía 2.500 butacas y contaba con un escenario móvil. De todos modos, lo más novedoso para nosotros era que ya había televisión color, cuando todavía en la Argentina no existía”.

“Estando en Brasil hice dos repertorios, uno de folklore y otro de tango, porque el brasilero el tango le encanta. Y yo no tenía problemas en cantar tangos, porque mi maestro de guitarra Martín Pérez amaba a Gardel, así que tango de Gardel que había me lo aprendía porque él me lo pasaba. Aunque el cantante de tango que en verdad a mí me encanta es «El Polaco» Goyeneche. Lo amo al Polaco. Incluso recuerdo que estando en Buenos Aires una vez tuve la suerte de cruzármelo mientras iba caminando por la calle Florida, como a las cinco de la mañana. Lo gracioso fue que «El Polaco» venía comiendo banana, y me saludó cuando le dije `Hola Polaco´. A mí siempre me encantó su estilo y su color de voz bien arrastrada”, comentó José.

Si bien “El Polaco” es a quien ama en lo referente al tango, en lo que respecta al folklore su máximo referente es “Chango” Nieto. “Hasta el día de hoy él sigue siendo mi referente, además ahora soy amigo de su guitarrista, Jorge Fleitas. Me emociona incluso chatear con él porque es el tipo al que yo veía como rasgueaba para aprender. Cuando hablamos yo le digo: “Vos sos mi maestro, porque yo te miraba a vos para ver cómo rasgueabas la zamba”; él me decía `dejate de embromar´, pero es así, porque él tiene una manera de rasguear muy linda”.

A esa altura de la charla habíamos conocido buena parte de sus comienzos, y sentimos que era tiempo de que nos hablara sobre lo que para él representa el folklore: “El folklore es pueblo, el folklore es raíz. Puede que tengamos diferencias de acuerdo a las provincias, pero lo que tiene el folklore son vivencias. Su música está asociada a cómo es el paisaje, a cómo es su gente, pero la esencia es la misma porque está vinculada a nuestras raíces”.

Hizo una breve pausa para tomar el café, que ya se le estaba enfriando, y dijo: “El folklore es algo bien nuestro, como el tomar mate. Folklore es la vida cotidiana. Nosotros tenemos un folklore que muchas veces no gusta tanto porque es muy tranqui, pero tiene una profundidad impresionante. El folklore de la provincia de Buenos Aires o mejor dicho de la llanura pampeana es tranquilito y pausado, con algunos ritmos que sobresalen como el caso de El Triunfo o La Huella que tienen cierta alegría rítmica o vivacidad, por decirlo de alguna manera. Pero la milonga, por ejemplo, es toda llana y no tiene gran estridencia, pero decime vos ¿qué podía cantar un paisano que estaba bajo un alero con su guitarra, y con un paisaje muy llano donde no había nada? Por eso en la música sureña no hay dúos ni grupos, salvo en la payada, pero en realidad se trata de un canto de contrapunto, en donde uno dice una cosa y el otro le contesta. La música de la llanura bonaerense es siempre solista. Guitarra y voz, nada más, pero tiene una gran profundidad en cuanto a la poesía. Un fiel reflejo de esto que te digo es Yupanqui, que en una cuarteta te describe un paisaje impresionante”.

Quizá no todos los olavarrienses lo sepan, pero José Lucero Pedraz compuso canciones para Fray Romeo, el Padre Jesús Medía, el caricaturista Cholo Teuly, y también para el platero Armando Ferreira, entre muchos otros, por eso también quisimos saber qué fue lo que lo movilizó a generar esas canciones: “Para mí una canción te hace inmortal, y yo siento que hay personas de Olavarría y también de nuestro país que tienen que tener una canción, porque no hay que olvidarlas”.

“Me acuerdo que al primero que le compuse una canción fue a Fray Romeo, y tengo presente que estando en la esquina del Banco Olavarría, en ese tiempo, el fraile me paró y me dijo: `Vos me hiciste una canción a mí, así que yo te voy a hacer un monumento bajo tierra´. Ese chiste me encantó, me hizo dar mucha risa. Yo del Fray valoraba lo laburante que era a pesar de su edad, y su capacidad de brindarse por la gente más humilde. Me acuerdo que en el banco lo cargaban diciéndole que defendía a los chorros, y el fraile les respondía: `Haz el bien, sin mirar a quién´. La chamarrita no sólo que se la pude cantar a él en persona, también se la llevó su hermana en un video para Italia, una vez que vino a Olavarría al Teatro Municipal para la celebración del Día de los Inmigrantes”, explicó.

“A Jesús Mendía también decidí hacerle una canción porque charlando con Juan Wally me enteré que Jesús siempre preparaba una cajita con comida y se iba en su bicicleta negra hasta un puente que hay camino a Crotto para asistir a una persona que vivía bajo el puente. Y eso me llevó a escribir `El Jesús de mi ciudad´. Lo gracioso fue que luego de que le hice la canción él me contó que la bicicleta ya no la tenía más porque se la habían robado”, comentó.

Otras de sus canciones tuvo como destinatario a Hernán, más conocidos por todos como “El Mosca”: “De Hernán siempre me llamó la atención cómo la gente lo quiere, por eso le hice una especie de cumbia que precisamente se llama `El Mosca´. Siempre me gustaba saludarlo por la forma cariñosa en que él me trataba. Yo siempre decía `mirá qué divino que es este chico´, así que decidí hacerle tema en la época en que Estudiantes jugaba al básquet en el TNA y Hernán andaba piropeando mujeres con una musculosa del Bata”.

Otro olavarriense que fue motivo de una canción es nada más ni nada menos que el maestro platero Armando Ferreira: “Armando es un capo -destacó José-. Es el platero mayor y también ahora es un amigo. Lo conocí a raíz de mi hija Marianela, que iba a los Torneos Juveniles Bonaerenses. Y como a los mayores nos mandaban a la misma habitación, yo lo tenía de compañero. Recuerdo que lo miraba y pensaba:`Este tipo es un capo total y qué humilde y sencillo que es´. Y un día, estando en la peatonal de Mar del Plata, me conmovió un detalle cuando íbamos caminando y él se detuvo al ver que venía un grupo de 4 ó 6 personas y me pidió que miráramos una vidriera. Ni bien el grupo pasó me explicó que esos eran miembros del jurado de los Torneos, y que si la gente nos veía hablando con ellos podría llegar a pensar mal en el caso de ser premiados, así que mejor era evitarlos”.

Hablar sobre las canciones que había creado nos llevó también a querer saber si había alguna que aún permaneciese en el tintero. “Sobre algunos no me animo a componer, como en el caso del doctor René Favaloro, que es una persona a la que quiero, respeto y admiro y la tengo allá arriba, porque para mí representa la honestidad y el brindarse por la gente. Era un hombre para el que primero siempre estaba la persona, el ser humano, la gente del pueblo, la familia, el pobrerío, y después venía todo lo demás. Favaloro representa muchas de las cosas que como sociedad hemos perdido, por eso hoy necesitaríamos a un montón de Favaloros para poder recuperar lo que como sociedad hemos perdido. Lo mismo sucede con otro gran doctor que muchos han olvidado: Esteban Laureano Maradona, un doctor que se bajó del tren para atender a una parturienta en Estanislao del Campo, una localidad remota y muy humilde de Formosa, en donde al ver tanta pobreza decidió quedarse a vivir en un ranchito para ayudar, sobre todo, a los aborígenes. En esto de sentir que no me animo a escribirle, me pasó lo mismo con el doctor Valverde, porque no encuentro la profundidad poética para llegar a decir lo que quisiera decir. Siento que no me da el cuero”, enfatizó José.

Aprovechando que el 8 de julio será declarado “Ciudadano Ilustre de Olavarría” por el Concejo Deliberante, le preguntamos qué sentía: “A mí me gusta que me reconozcan por lo que hago, porque para poder hacer las canciones y salir a tocar me rompo todo, y son cosas que las hago porque las siento, no es que las hago porque sí. Por eso a mí me da bronca cuando no se reconoce a la persona que tiene valores y hace cosas. Pero salvo eso, no soy un tipo de embroncarme, sólo me enojo cuando pierde Boca”, dijo con una gran carcajada.

“Siempre soy de andar con muy buen humor -agregó-, y también soy de los que siempre trata de ver el lado optimista de la vida, al punto de que cuando me levanto mi manera divertida de ser hace que le haga morisquetas al espejo, pero a veces eso mucho no lo cuento por lo que se pueda llegar a pensar”. Para su tranquilidad, le contamos que cuando le hicimos la entrevista al “Chino Merlos”, el fotógrafo más famoso de Olavarría dijo: “Soy de mirarme al espejo y decirme que me quiero o que me veo bien, porque uno también tiene que aprender a mimarse y quererse”.

Escuchar las palabras del “Chino” dibujo en su rostro una sonrisa y lo animó a decirnos que “en el estuche de mi guitarra siempre llevo unos anteojos que tienen una carita de buena onda, por eso cuando vienen mis alumnos me lo pongo y señalando los anteojos les pregunto: `¿Cómo estamos hoy, así de bien?´, y ellos se mueren de risa porque la imagen es media cómica”.

Nos encantó saber que una vez por semana José tiene una cita infaltable con la alegría y el canto. “Casi todos los miércoles nos juntamos a disfrutar en una peña familiar y de amigos. A mí me gusta pasarla bien, por eso voy a lo de Jorge Andes, de `Diamante Rojo´, que es un tipazo, y ahí nos reunimos toda una barra y la pasamos bárbaro. Además de estar Laurita Salguero, que es la esposa de Jorge y una fenómena, también asisten, entre otros, Gerardito Pagano, Amadeo Alvarez, Martín Escapil, Ernestito Carro, Raúl Minnig, `El Guelo´ Carlos y Margarita Pellegrini, que es nuestra fotógrafa oficial de la peña; ella también es una capa como persona y como fotógrafa”, mencionó.

“La peña es mi gran momento de disfrute -continuó-, porque ahí te salís de cualquier protocolo. Por ahí empezamos a cantar cosas de los años 60 o de los 70, vale todo. Lo mismo que con la comida, que va desde el asado hasta el chucrut. Casi siempre cocina Jorgito Andes, y Laurita Salguero es la reina de las ensaladas. No sabés qué buena gente es. Yo soy de los tipos que tiene mucho respeto por la gente que te brinda su casa, porque el tipo que te abre la casa te abre el corazón, y esos son los lugares de los cuales no te querés ir más. En esa peña también está Paulino que te hace unos tiramisú grandes como esta mesa, que son riquísimos y te morís comiendo. Confieso que algunas noches me ha pasado que de tanto que he comido no he podido cantar de lo atorado que estaba”.

Como estábamos charlando sobre las cosas que le gustan, también le pedimos que nos comentara de qué otras cosas disfruta. “También disfruto cuando voy a la cancha a ver a Sierra, y cuando paseo por las calles de Sierra Chica, porque está bueno pasar por los lugares en donde uno andaba desde chico porque te traen recuerdos. Hasta los aromas del pueblo me traigo cada vez que voy por allá”, indicó.

José Lucero también tiene muy buenos recuerdos de su familia. “Mis viejos tenían unos valores de vida increíbles. A nosotros, por más que no tuvimos mucho, nunca nos faltó nada, porque mi viejo era un laburante que se jubiló del Penal, y mi vieja era un ama de casa que nos hacía ropa nueva con la ropa vieja de papá, y juntos ponían todo el empeño para que nosotros fuésemos buenas personas. Nosotros éramos tres hermanos, Cristinita, que ya falleció y cumplía los años el 5 de junio igual que yo, y mi hermano Abelito que ahora vive en Bahía Blanca y siempre fue un capo total, él es un flaco un año menor que yo, que vale oro”, destacó.

Por otra parte, en el orden de las cosas que le hubiese gustado hacer, sostuvo: “Me hubiese gustado no desaprovechar tantas oportunidades que tuve, pero a su vez estoy muy conforme con muchas de las que sí aproveché, como el hecho de ser invitado a Santiago del Estero a la casa de Don Sixto Palavecino para cantarle en persona a raíz de un tema que le compuse a él especialmente. También aproveché el hecho de haber podido estar en un escenario con León Gieco o haber estado en ese teatrazo de Brasil como ya te conté. Todas esas son cosas que cuando uno mira hacia atrás hacen que sea lindo de ver el camino recorrido”.

Mientras recapitulaba y bebía más café, levantó las cejas como quien recuerda algo muy importante y luego dijo: “Otras de las cosas que nunca me esperé fue lo vivido junto con Ramiro Hittallier en el `Soñando por cantar´. Eso lo gocé mucho porque fue una idea mía. En realidad primero se lo propuse a mi hija Marianela y me contestó con un no rotundo, así que luego se me ocurrió que Ramiro se podía presentar al casting. Al principio él también me dijo que no quería, pero justo se dio que su papá estaba cerca y me preguntó qué pasaba, y le conté que había una oportunidad excelente de hacer un casting en Olavarría, algo que no se daba muy seguido y no cualquiera lo podía llegar a tener. La cuestión es que su papá lo convenció. Yo lo único que le dije después a Ramiro fue: `La cola para el casting hacela vos´, porque me imaginaba que iría muchísima gente”, indicó.

“A raíz de Jorge Andes, que ya lo conocía de antes, pasé a tener a Ramiro como alumno, y junto a tres chicos más (Blas Pandini, Federico Alvarez y Paul Pellerin) creamos Corazón Argentino. Por eso cuando se dio lo del casting del Soñando ya veníamos tocando juntos. Ramiro se sorprendió cuando le dije que en el `Soñando por Cantar´ interpretaría `El Antigal´;  él pasó a la siguiente etapa con esa zamba y luego vino todo lo demás. Ramiro ya sabía cantar, yo lo que le enseñé fue folklore, lo que instalé en él es que sea un artista diferente, para que se convierta en una `mercadería nueva´, como me dijo una vez Marcelo Simón. Por eso le insistía en que escuchara la música que le gustaba pero que no la copie, porque él tenía que ser original, por eso hoy su estilo llama mucho la atención. De hecho cuando fuimos al Soñando no había ningún cantor igual a él”, remarcó.

Dada la repercusión que tuvo ese evento, que puso el nombre de Olavarría en la cartelera nacional, le pedimos a José que nos diese más detalles de todo lo vivido: “Cuando fuimos al `Soñando por Cantar´a Ramiro le tenía mucha fe, lo único que mucho no me gustaba era la fantasía que genera esa clase de eventos, que hacen que el artista sea un boom hoy y mañana desaparezca”.

“Hacer una zamba tan comprometida como `El Antigal´, que hay que cantarla bien sí o sí, no era fácil, sobre todo frente a mucho público, la televisión y además de cara a un jurado conocedor de lo que es la música. Qué querés que te diga, ahí cuando estás en vivo te cagás todo (ver recuadro aparte titulado “Flor de susto”). Te agarra mucho nerviosismo porque uno quiere hacer las cosas bien. Yo de los nervios ni me quería acordar de que me iban a estar mirando por televisión en mi casa”, dijo.

“A Ramiro lo acompañé sólo dos veces a tocar en ese certamen -comentó-, luego quise que fuese a tocar con los demás integrantes de Corazón Argentino para que se destacaran ellos. Esa siempre fue, en realidad, mi idea inicial, porque yo quería que ellos se destacaran, pero comencé acompañándolo yo a Ramiro porque en las instancias iniciales decían que tenía que ser acompañado por un mayor, que era el que tenía que firmar todos los papeles. Pero cuando fuimos a Buenos Aires me dijeron que eso ya no era necesario, así que hice que los chicos lo acompañaran a tocar, y eso me puso muy contento”, destacó.

“Ahora lo estoy acompañando de vuelta a Ramiro porque no tiene guitarrista, él aún tiene mucho por volar. A mí me gusta que le vaya muy bien, independientemente de si toco con él o no, porque Ramiro estuvo conmigo desde que tenía poco más de 14 años, y realmente es un músico muy talentoso que, si bien ya ha logrado muchas cosas importantes, todavía tiene mucho por seguir volando”.

Dada su calidad artística, nos llamó la atención de que José no estuviese hoy tocando en los grandes escenarios. Cuando se lo comentamos explicó: “A mí en Buenos Aires me iba muy bien, pero cuando me casé decidí parar de llevar esa vida andariega de músico para dedicarme a mi familia, así que puse la música en un segundo plano. Mi esposa Julia Beatriz, que falleció hace seis años, me decía `si no me hubieses conocido a mí podrías haber hecho un montón de cosas´, pero yo siempre le aclaré que a mí no me gustaba andar de viaje cantando y dejar lejos a mi familia. Por eso prefería quedarme por acá cerca y fue una muy buena elección”, remarcó.

De todos modos, la vida premió su sabia elección con tres hijos músicos. “Tengo a Marianela, que es cantante (ver recuadro aparte), Agustín es mi percusionista oficial, él es un capo, desde que tiene 10 años que está tocando conmigo, y también está Santiago, que es cantor, pero lo no ejerce, y toca muy bien el bombo”.

Ver cómo se le enternecía la mirada al hablar de sus tres hijos, hizo que aprovecháramos para que nos diga qué es lo que está bueno según su óptica de la vida. “Para mí en la vida está bueno disfrutar de los hijos, y en este momento puntual de mi vida, también de mis nietos, que hoy son mi alegría. De mis hijos también siempre me gustó disfrutar porque ellos para mí siempre fueron lo más, al igual que mi señora Julia Beatriz, que fue una mujer espectacular con la que estuve treinta y pico de años junto. También está bueno poder disfrutar de los amigos. Yo soy muy amiguero, y tengo muchos amigos porque mi manera de ser es así, además no es lo mismo andar solo. Siempre es lindo ir con otro a la par, porque hay cosas que a veces vos no las ves y las ve el otro, y ese otro te las hace ver a vos. Así que está bueno ver de a dos, además si vos estás disfrutando y yo estoy al lado tuyo disfrutamos juntos”, expresó.

“Hablando de las cosas que están buenas, a mí me gustaría aprovechar esta entrevista para mencionar que estaría bueno que en Olavarría se enseñara folklore en las escuelas, como era antes, de hecho yo empecé a cantar en la escuela, cuando iba a tercer grado, en donde había un corito que cantaba folklore. También estaría bueno que desde Cultura de la Municipalidad se le dé más apoyo al folklore, porque los folkloristas medio como que siempre quedamos a la orilla de todo, por eso vendría genial si nos dieran apoyo para poder grabar y hacer conocer nuestra ciudad a través del folklore”, manifestó.

“No me quiero despedir sin olvidar de destacar a mis músicos, que son Rubén Fuentes en bandoneón, Nicolás Vázquez en el bajo, y mi hijo Agustín Lucero, que hace percusión. Con ellos andamos por todos lados. Ahora nos falta grabar algunos temas para sacar el segundo disco, cuyo nombre aún no sé. El primero que grabé se llamó `Coplas al viento´ y fue un regalo que me hice ya de grande”, citó José.

A punto de cumplir 64 años, él mantiene su espíritu entusiasta bien intacto. “Tengo un programa de radio que se llama`La Galponera´, que va todos los sábados de 12 a 14 horas por FM del Sol, donde difundo todo lo que tiene que ver con el folklore. Además sigo haciendo shows, doy clases particulares y tengo en carpeta concluir un hermoso proyecto artístico folklórico, que tiene que ver con mis raíces sierrachiquenses como picapedrero (ver recuadro aparte titulado `Una valiosa obra que merece destacarse´), ya que viví hasta los 20 años en Sierra Chica y trabajé en la cantera picando piedras”, destacó con una mirada bien brillosa, como cuando de chico disfrutaba al remontar barriletes.

Terminamos el café. Nos dio el sobre con algunas de sus canciones, y entre risas y bromas nos fuimos a la plaza del centro para sacarle unas fotos que nos permitieran ilustrar esta nota.

Como bien lo señala su apellido paterno, José es un gran “Lucero” en el camino del folklore, que lleva más de cuatro décadas consagradas a la música de nuestras verdaderas raíces, haciendo bellas canciones que la maestría de su guitarra alada invitan a volar.

De este modo quisimos homenajear la trayectoria de José Lucero Pedraz, un folklorista de pura cepa que también merece que alguien inmortalice su calidad humana y su don de gente en alguna chamarrita que sirva para inspirar : )

(Fotos: Tomás Pagano + facebook de José Lucero Pedraz + facebook de sus amigos)

Acá te dejamos la letra y la música de algunas de sus canciones bien olavarrienses : )

Pulsando sobre el triángulo se puede escuchar a José Lucero Pedraz cantando «Candombe del Peyra».

 

Pulsando sobre el triángulo se puede escuchar a José Lucero Pedraz cantando «El Mosca».

 

Pulsando sobre el triángulo se puede escuchar a José Lucero Pedraz cantando «Armando, el platero»

Clickeando aquí se puede leer la nota que también le hicimos al maestro platero Armando Ferreira.

Pulsando sobre el triángulo se puede escuchar a José Lucero Pedraz cantando «Rosque Chacarera».

Clickeando aquí se puede leer la nota que le hicimos a «El Vasco» Oscar Mandagarán, más conocidos por todo como «Rosque«.

Pulsando sobre el triángulo se puede escuchar a José Lucero Pedraz cantando «T.M.» (Teatro Municipal).

 

Pulsando sobre el triángulo se puede escuchar a José Lucero Pedraz cantando «Cholo» amigo.

 

Pulsando sobre el triángulo se puede escuchar a José Lucero Pedraz cantando «Chamarrita para El Fray».

Clickeando aquí se puede leer la nota a Juan Carlos Leguizamón, quien lidera «El Rinconcito de Romeo»

Pulsando sobre el triángulo se puede escuchar a José Lucero Pedraz cantando «El Jesús de mi ciudad».

 

Acá te dejamos algunos videos en donde se lo puede ver en acción a José Lucero : )

Acá también te dejamos una canción de Margarita Palacios, considerada una de las precursoras del folklore argentino. También un tema de «El Polaco» Goyeneche y un mensaje del Dr. René Favaloro, dos de las personas que ocupan un lugar muy especial en el corazón de José Lucero Pedraz.

Tampoco podíamos dejar de incluir a su máximo referente dentro del folklore: el «Chango» Nieto : )

(Fotos: Tomás Pagano)

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2 comentarios

  1. FELICITACIONES JOSE ,MUY LINDA NOTA ,MERECIDA,MUY LINDAS LAS FOTOS ,CON LA RISA Q TODOS LOS DÍAS ESCUCHAMOS CON MI ESPOSO JOSE,LINDOS MOMENTOS Q SIEMPRE ESTÁN EN MI RECUERDO. UN ABRAZO !! IRENE…

  2. José: que emoción leer esta nota, que alegría este reconocimiento, en la vida se cosecha lo que se siembra, te mando un abrazo sierrachiquense con toda el alma.

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